Por Elio García
Desde hace muchos años y en distintos gobiernos venimos señalando problemas de la sociedad con la misma lógica, obteniendo obviamente, si no buscamos la forma de pensar diferente, los mismos o peores resultados.
Hoy quiero referirme a la inseguridad. Es un tema central de debate y todo indica que estamos en problemas.
Cuando lo explicamos no salimos de los mismos conceptos o interpretaciones que registrábamos hace diez años atrás. Tenemos una tendencia a cuantificar todo.
Antes pedíamos 300 policías, ahora 100. Se publica cotidianamente que se procesaron a 50 personas, otro día a 47, en un operativo se llevan a 30, y así siguen los números.
«Vandalizaron 40 focos», podría decir un titular o encontramos anoche en la calle 12 caballos sueltos. Se robaron 20 motos de los barracones, dicen otros. Vamos a poner 100 cámaras responde alguien como solución del tema.
Números y más números vacíos de contenido, lógica y de respuestas.
A veces los problemas parecen difíciles pero veamos que con un concepto simple tal vez al menos se podría cambiar la estrategia y mirarlo desde otros puntos de vista.
Este tema de la inseguridad aparenta un escenario de difícil interpretación. ¿Qué hay en la cabeza en una o cinco personas (seguimos aplicando la numerología) para que vandalice un paseo público? Es una buena pregunta.
El día que no se pueda
Todos los casos que puse como ejemplo de inseguridad suceden porque se puede. Y únicamente esa realidad va cambiar el día que deje de poderse.
Por ejemplo, se podía robar de un depósito de motos, casi todas las semanas. Y los delincuentes volvían porque se podía. Se optó por sacar las motos de allí como solución.
Algo parecido sucedió con las luces que se encontraban en la vereda de Avenida Rodó. No las vandalizaron más porque las sacaron definitivamente. Ya no están más.
Creo que la sociedad toda debe ponerse las pilas para que estas cosas dejen de poderse.
Allí está la solución. Es muy simple
Cuando alguien larga a la calle 12 caballos no se está haciendo cargo y traslada esa situación a los vecinos.
A veces señalamos a las autoridades que no se hacen cargo, pero no apuntamos a los perjudicados que son los vecinos.
Todo lo malo que sucede en Carmelo o en cualquier otra ciudad, sucede porque se puede y solo va cambiar el día que no se pueda.
En el «no se puede» viene todo lo que decimos sobre las responsabilidades de cada una de las partes involucradas, tanto a nivel institucional como ciudadano, para lograr alcanzar un nivel de convivencia sano y humano.
«Sí, se puede» dijo un político famoso.
Los temas de seguridad tienen errores en las miradas políticas, principalmente porque quien toma el timón le falta muchas veces experiencia y conocimiento empírico.
Uno ve la ausencia de una revisión autocrítica de las decisiones por sus resultados concretos. En lo discursivo un apego a prejuicios previos y búsqueda de confrontación en lugar de consenso político, de todas las partes.
Acá no hay que identificar al malo de la película.
Solo se trata de articular que las cosas que no se pueden hacer, que configuran delito no se discuten, no se hacen y punto.
Ya no es posible dilatar más los problemas que las propias autoridades narran con buen ojo y claro diagnóstico, en sus presentaciones públicas y conferencias a lo largo y ancho del departamento de Colonia
Llegó la hora que deje de poderse todo lo que no se puede hacer pero se hace.
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