La invasión de islotes de cañaverales que ingresaron hasta el Puente Giratorio, en el último temporal, en el Arroyo de las Vacas el pasado 27 de abril, aún continúan -por lo menos gran parte de ellos- en ese curso de agua.
En un primer momento ya hace unos días una embarcación del Ministerio de Transporte movilizó los mismos a la altura del puente. Hecho que lo transmitimos en directo.
En esa oportunidad Alcides Pereira Melgarejo nos señalaba «la idea era sacar la isla compuesta de cañas que normalmente son del Paraná y mas río arriba. Utilizamos grampines con cabos (piolas) pero no dio demasiado resultado, ademas estaba de crecida por efectos del viento lo cual se nos hacia peligroso hacer maniobras cerca del puente y de los barcos deportivos en el Rowing Club.»
«Después probamos si de empuje movía, pero paso que atravesamos una parte del matorral lo que cortó el mismo haciéndolo mas pequeño pero el remolcador comenzó a quedarse sin fuerzas debido a la cantidad de camalotes y cañas enredadas en la hélice lo cual se desistió. Cabe aclarar que esta vegetación al menos tiene un metro de calado y se notaba gran cantidad de insectos como mosquitos y pequeñas arañitas no vimos víboras,» nos informó.
Nuevos intentos
Hoy dos embarcaciones trabajaron durante la tarde trasladando uno de estos islotes para adentro del Río de la Plata, ya que obstruye la circulación de embarcaciones en el arroyo. Mientras una lancha con grampines con cabo la iba arrastrando, otra embarcación la «empujaba».
Expertos señalan que están llegando a estos lugares por la desforestación de montes nativos
“Estos camalotes naturalmente se encuentran en otras zonas del litoral. El desmonte de los bosques del NOA y del NEA de la Argentina, además del arrastre del desmonte original del Amazonas, permitió que las aguas crezcan, arrastrando todo eso y trayéndolo sin ningún tipo de freno natural hasta esta zona”, describe Gonzalo Strano, coordinador de Campañas de Greenpeace Argentina, al tiempo que explica: “No es casual que, cuando uno superpone el mapa de las inundaciones con el de la deforestación, coincidan plenamente. El bosque es una gran esponja natural, que, al no existir, permite que las aguas pasen directamente sin ningún tipo de absorción. Al ritmo que vamos, en 100 años no va a quedar un solo árbol en la Argentina y esto trae consecuencias”, informaron al portal Apertura de la vecina orilla.