Buenos Aires, 28 abr (EFE).- La poeta uruguaya Ida Vitale, que en noviembre próximo celebra su centenario, fue homenajeada este viernes en la 47a. Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, con motivo de la conmemoración del Día de Uruguay en el certamen.
«Aprendí de (Jorge Luis) Borges lo que no pude y hubiera querido ser. La poesía de Borges me enseñó a admirarlo y a ser discreto (sic) al copiarlo», dijo la escritora con su característica acidez humorística.
La escritora, Premio Cervantes 2018 por su poesía enmarcada en la tradición latinoamericana de vanguardia, integrante de la generación uruguaya del 45 y representante de la poesía esencialista, se refirió al más célebre autor argentino, quien es homenajeado en la FIL por los 100 años de «Fervor de Buenos Aires», su primera obra.
«Aunque no sé si hubiera querido ser él, porque habrá tenido una vida complicada», agregó una de las voces más relevantes de la poesía del siglo XX, quien fue entrevistada por la periodista argentina Silvina Freira, a modo de homenaje en el marco de la feria literaria.
La Premio Cervantes 2018 opinó sobre su trabajo y remarcó que, a lo largo de su vida, tomó la «recomendable» costumbre de no escribir mucho, aunque también comentó que no le «daban» la oportunidad de hacerlo.
En cuanto al nivel de constancia en la lectura que maneja la modernidad, Vitale remarcó que «una de las obligaciones del que lee es tomar una posición, aunque a veces uno se identifica», por más que esto no sea así.
«A veces pasa porque no es el momento de lo que leemos. El escritor nunca tiene asegurado al lector correcto, perpetuo y en su debido momento, pero no hay encuentro más feliz en la vida que el de un lector con el libro que le corresponde, que es lo más difícil de acertar», afirmó.
«Hay lectores jóvenes que están vacunados contra la lectura, cabe suponer que se van a enfermar alguna vez», bromeó una vez más.
Por último, Vitale remató contra la «inutilidad» de escribir poemas cargados de sentimientos propios y dramáticos.
«Nunca pretendí escribir una literatura confesional que estuvo de moda alguna vez, algo que me parece arriesgado, aparte de muy inútil, porque presupone imaginar un lector que van a ir dispuestos a ayudar (al escritor). Los poemas con mucha angustia dentro no le hacen bien a nadie», finalizó.
EFE