La Ley Forestal de Uruguay de 1987 ha alumbrado un pujante mercado maderero que ya ha sustituido al de la carne pero también está causando notorias repercusiones en sus paisajes y probablemente modificará sus arquitecturas, un fenómeno que el país analiza en su histórico Pabellón de la Bienal de Venecia.
Desde la década de los 60 Uruguay es uno de los únicos tres países latinoamericanos dueños de un Pabellón fijo en los Jardines de la Bienal veneciana -con Venezuela y Brasil- y en esta XVIII edición lo ha convertido en un improvisado y profundo teatro lírico.
El proyecto «En ópera: escenarios futuros de una joven Ley Forestal» cuestiona con música aquella legislación que hace 35 años generó una industria forestal cuyas exportaciones han ya desbancado al mercado de la carne, que tradicionalmente hizo de Uruguay «un país con cuatro vacas por habitante».
En el pabellón, la ley toma entidad propia y habla al visitante en forma de un impactante vídeo para analizar cómo ha cambiado el país tras la comercialización de su madera.
La directora nacional de Cultura, Mariana Wainstein, ha acudido a la inauguración del Pabellón y ha celebrado este proyecto «muy serio» que plantea el debate entre la industria y el cuidado medioambiental.
«Tiene que ver con esa ansiedad o deseo de ser humano de armonizar la industria, la naturaleza y el hombre. Uruguay ha cambiado cada vez más su matriz de producción, pasando de ser un país agropecuario a uno en el que la madera y la celulosa pasan a tener una importancia muy grande, por lo que tiene mucho para reflexionar», sostuvo.
Wainstein subrayó que en cualquier caso esa industria «nos tiene que poner muy orgullosos porque da empleo y opciones de comercio exterior» que ya han convertido a Uruguay en el quinto exportador mundial de celulosa.
«Somos un país muy consciente del urbanístico y también del cuidado del medio ambiente», apuntó la directora.
Para uno de los comisarios de la exposición, Mauricio López, del colectivo Mapa, este análisis sirve para prever los «impactos a diversos niveles» que este cambio del paradigma productivo acarreará en el futuro paisaje uruguayo y en sus formas de vida.
¿Crecerán bosques nuevos, tras haber replantado eucaliptos o pinos para paliar la tala? ¿Estos ecosistemas atraerán a nuevos animales? ¿Se empezarán a construir edificios de madera? En definitiva, ¿cambiará el país?. Son todo preguntas que tienen como «inicio» la Ley Forestal de 1987, ahora desvelada en Venecia.
EFE
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