Por Àlex Gutiérrez Páez
Repartida entre el norte de Uruguay y el sur de Brasil, la Bodega Cerro Chapeu, rodeada de suelos arenosos, rojizos y profundos, son el lugar ideal para que su poca fertilidad y buen drenaje hagan crecer su premiado Tannat, una variedad de vino tinto famoso mundialmente por su fuerte sabor y por ser un buen aliado de la carne vacuna.
Esta uva «binacional», que crece en viñedos esparcidos entre las 40 hectáreas que la bodega tiene en Uruguay y las cinco de Brasil, es de las pocas notas positivas de la sequía que lleva meses acechando esa zona, ya que el estrés hídrico genera una alta concentración de azúcar que equilibra la graduación alcohólica de ese vino.
Asimismo, la bodega fue construida en el Cerro Chapeu para aprovechar la gravedad y así poder aplicar el concepto de mínima intervención con el medioambiente para evitar bombeos y uso de energía mediante diferentes técnicas de certificaciones orgánicas y biodinámicas.
Así lo dice en una entrevista con EFE la gerente general de la Bodega Cerro Chapeu, Pía Carrau, quien afirma que la empresa estima que el crecimiento de las exportaciones de sus vinos en 2023 será de alrededor del 30 %.
«Nuestra estrategia es mejorar el valor por litro, aunque la cantidad de uva no va a ser muy distinta porque la cantidad de hectáreas y el volumen van a seguir siendo los mismos», apunta Carrau, décima generación de la familia Carrau que se dedica a la viña.
UNA UVA CON TINTES ESPAÑOLES
Huyendo de la crisis económica de los años 30 en España, conocida como la Gran Depresión, Juan Francisco Carrau Pujol -bisabuelo de Pía Carrau- emigró a Uruguay junto a su mujer y cuatro hijos luego de encontrar trabajo en una bodega de Montevideo.
Allí pudo seguir con la tradición vitivinícola de su familia hasta 1970, cuando la familia se trasladó al norte del país, en el departamento (provincia) de Rivera, donde en colaboración con la Universidad de California encontraron el terreno ideal para su emprendimiento.
«Es ahí donde eligen plantar clones de plantas libres de virus que fueron recibidos de California (Estados Unidos) y Francia en Uruguay. Contamos con viñas que tienen hasta 40 años, unas de las más antiguas del país», detalla quien también es sommelier y diseñadora industrial.
Fija entre sus objetivos buscar la sustentabilidad y el equilibrio con el medioambiente, desde el viñedo hasta el empaque del producto.
«Dejamos a nuestras 150 ovejas sueltas alrededor del año cerca de las viñas para mantener limpio el campo de malezas y a la vez para que fertilicen el suelo», señala Carrau, que añade que, «gracias a las especies que nacen espontáneamente en la zona, no hace falta cultivar y solas mantienen el pasto».
UNA BODEGA MODERNA
Parte del atractivo de la Bodega Cerro Chapeu son las visitas a sus instalaciones, a las que EFE fue invitada a recorrer y que no requieren refrigeración para conservar los vinos al mantenerse a 18 grados todo el año y que permiten la posibilidad de terminar el recorrido con una degustación con tabla de fiambres y empanadas.
«La bodega es única en Latinoamérica, cuenta con tres plantas subterráneas excavadas dentro de un cerro altamente sustentable», subraya la Coordinadora de Enoturismo de la bodega, Ana Mileni, quien hace hincapié en que «la especialidad del negocio son los vinos finos».
Puntualiza que los principales importadores de los vinos de la bodega son Estados Unidos, Canadá y últimamente Alemania, mientras que en América Latina lo son Brasil, Chile, Perú y Paraguay.
Algunos de sus compradores incluso prefieren visitar la bodega para degustar y elegir entre todos los vinos que tienen, como el más antiguo, un Tannat de 1979 que cuesta alrededor de 1.500 reales (310 dólares).
«Nuestros clientes más exquisitos piden vinos antiguos de la bodega que les servimos con la mugre que llevan décadas conservando, lo prefieren así», relata Mileni, que indica que estas ocasiones se dan, de media, una vez al mes.
EFE
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