Por Alejandro Prieto
Montevideo, 16 ago (EFE).- Los versos que la uruguaya Amanda Berenguer (1921-2010) creó con «la puesta del sol» como tema central salen de las páginas en una muestra que trasciende los confines de la sala expositiva y busca ser tan cinética como su poesía.
«El espacio se recorre, se temporaliza, se vive» dice Berenguer en la introducción del libro «Composición de lugar», que, publicado en 1976, fue descubierto por la artista visual argentina María Maggiori más de 40 años después y de casualidad.
UN MISMO HORIZONTE
Es que, como revela la artista en un diálogo con EFE, conoció a Berenguer por una amiga que vivía en la que fue la casa de la poeta, integrante de la célebre generación literaria del 45, de la que fueron parte, entre otros, Mario Benedetti e Ida Vitale.
«A través de ella conocí su obra y se me abrió un universo de que teníamos muchas afinidades. De repente empecé a sentir que había algo en su obra que resonaba en mi trabajo de alguna manera», revela la dibujante, que cursó estudios de arte en París y Buenos Aires.
Maggiori, que vive en Montevideo, cuenta que antes de dar con la figura de Berenguer había hecho una serie de dibujos basada en los amaneceres que día a día iba a ver a la playa, que tituló «Lo que sé es tan volátil» y que notó que tenía afinidad con «Composición de lugar», centrada en los atardeceres.
«Esa situación del renacer (del sol) y de poder contemplarlo todos los días y que cada día sea único para mí era algo que nos vinculaba y esa mirada cercana fue la que me llevó a trabajar sobre ella, a pensar de esa manera y a poder fusionar», explica.
POESÍA CINÉTICA, MUESTRA CINÉTICA
A lo que confiesa que, como decidió «ir de a poco», le llevó un año y medio definir el proyecto de «Amanda», recientemente inaugurada en el Centro Cultural de España (CCE) en Montevideo -donde fue seleccionada por la convocatoria «Pimentón»-, la artista destaca las particularidades de una muestra que incluso sale de la sala.
«Cuando empecé a leer la obra, sobre todo la parte de Composición de lugar, que trabaja sobre la poesía cinética, Amanda me pareció que estaba conectada con la acción, con la vitalidad, con el movimiento y yo quería ver esa obra afuera a ver qué pasaba», puntualiza.
Alineada con el trabajo de Berenguer, quien cierra la introducción a las tres series de poemas de «Composición de lugar» con la afirmación de que la palabra «es un móvil paradójico suspendido en el aire, que va desde el canto hasta el grito de la hoja», Maggiori propuso así una muestra con su propia «cinética».
Acompañan a la propuesta exhibida en el CCE, donde se puede escuchar versos de los 57 poemas de la obra de Berenguer, tocarlos en relieve o ver sus cientos de letras al acercarse a los dibujos, afiches colocados por la Ciudad Vieja, casco histórico de Montevideo, por donde también hubo una «volanteada» de poemas para los transeúntes.
«Hay una cuestión del tiempo permanente que también es lo que me vincula con el dibujo (…), a mí me gusta habitar esos espacios, poder tomar esas distancias y entender, así que la experiencia de la calle me pareció súper interesante», valora.
QUE RESUENEN PALABRAS
Berenguer no solo publicó durante su vida, entre 1940 y 2005, unas 27 obras sino que tradujo obra de Emily Dickinson y fundó junto a su esposo, el también poeta José Pedro Díaz (1921-2006) la editorial La Galatea, bautizada como la recientemente restaurada minerva tipográfica en la que se imprimieron sus numerosos títulos.
En tanto remarca que su obra es «maravillosa» y la emociona, Maggiori indica que para ella la muestra no es tanto un homenaje como una «invitación» a conocerla y, preguntada sobre lo que espera de quienes asistan a ver la exposición que estará hasta el 30 de septiembre en el CCE, dice que, sobre todo, «interés».
«Me parece que es un momento especial para realmente darle lugar a la poesía, siempre lo es, y el interés, que rebote, que resuenen palabras, que se lleven sus propias sensaciones y sus propias versiones, yo creo que es eso lo que hace ella también», redondea.
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