Por Concepción M. Moreno
Buenos Aires, 18 ago (EFE).- Precios sin marcar, alimentos que suben de un día para otro, salarios que no permiten llegar a fin de mes. Ese es el día a día de los ciudadanos argentinos, que sumaron a la terrible situación económica que viven desde hace tiempo la devaluación del 22 % del tipo de cambio oficial establecido por el Gobierno tras las elecciones primarias.
Los bolsillos golpeados de los argentinos, afectados por un 113,6 % de inflación interanual -un 60,2 % en lo que va de 2023 y con previsiones de que en agosto, con el impacto de la devaluación, supere el 10 %-, deben inventar cada vez más fórmulas para llegar a fin de mes.
Quienes tienen una posición acomodada aprovechan ofertas puntuales o cobro de aguinaldo para hacer acopio de provisiones -por ejemplo, compran carne y la congelan, sabiendo que será más cara meses después-. También hay un hiperconsumo en ocio o compra de bienes duraderos ante el escaso valor que tiene la moneda local, aunque la gran mayoría de la población se ve obligada a racionar sus gastos.
«La gente que viene compraba un kilo de churrascos, (ahora) compra dos churrasquitos. Gente que venía, si quería llevar cuatro milanesas (filetes empanados) se llevan dos y la cortan a la mitad para sacar cuatro y es difícil. Ahora, no solamente la carne (de vacuno), también el cerdo, el pollo y todo así», explica a EFE Yohan David.
Este carnicero colombiano vive en Argentina desde hace 10 años y recuerda que, cuando llegó, podía enviar remesas a su país gracias al trabajo. «Ahora, sí necesito que me manden plata desde Colombia. Es un cambio de extremo a extremo», agrega.
Algo similar señala Claudia Duré, empleada en una panadería en la que, por el aumento de los insumos necesarios para la elaboración del pan, debieron «alzar los precios a una cantidad muy elevada». Quienes «antes llevaban un kilo de pan, ahora están llevando medio o un cuarto, depende para lo que les alcance la plata (el dinero)».
Esta trabajadora paraguaya llegó hace 13 años a Argentina, y asegura que «por primera vez» vive una situación así, reconoce que «cada vez es más difícil como empleados mantenerse con esta suba».
Es una frase cada vez más repetida: los salarios no alcanzan. Según la última cifra del Instituto Nacional de Estadística y Censo (Indec), el costo de la canasta básica alimentaria aumentó en julio un 7,1 %, con una variación interanual de 125,7 % y un incremento de 66,2 % acumulado en 2023, todos valores por encima de la inflación.
En Argentina, el salario mínimo ascendió en agosto a 112.500 pesos (321 dólares al tipo de cambio oficial), un grupo familiar compuesto por dos adultos y dos menores necesitó percibir ingresos por valor de 111.642 pesos (unos 319 dólares al tipo de cambio oficial) para no caer en la indigencia, según el INDEC.
Tras las primarias, en las que el libertario Javier Milei -quien propugna la dolarización de la economía, un fuerte recorte en el gasto público y la privatización de sectores como salud o educación- fue el candidato más votado, con un 30,04 % de apoyos, el Ejecutivo renegoció con las empresas de consumo masivo los llamados «precios justos» hasta concluir un aumento fijo del 5 % mensual para 90 días.
También concretó un acuerdo con las petroleras para que el incremento registrado esta semana del 12,5 % en el combustible sea el último hasta el 31 de octubre.
Hasta ahora, entre las imágenes cotidianas de los supermercados estaban la de los operarios remarcando constantemente precios, la de las góndolas vacías por falta de ‘stock’ en algunos productos -fundamentalmente de importación- o la de compradores sorprendidos en la caja porque el valor final era diferente al de la etiqueta.
En el sector de los medicamentos, según explica a EFE Luis Sándel, gerente de una farmacia, hay «un sistema de actualización inmediato» que los trabajadores no pueden corregir y cita como ejemplo a un cliente al que cobró un producto por 22.000 pesos (63 dólares) «y cuando llegó a la tarde eran 27.000 (77)».
«El medicamento aumenta prácticamente en relación al dólar ‘blue’ (cuyo valor este jueves era de 750 pesos), el no oficial», asevera este gerente argentino, quien resalta la dificultad añadida de que en su sector «prácticamente un 80 % de los productos tienen insumos importados».
La restricción de importaciones, uno de los efectos del bajo nivel de reservas internacionales de Argentina, afecta también a análisis clínicos, cirugías, tratamientos de odontología, entre otros.
Así las cosas, en esta situación de clara incertidumbre, tratan de sobrevivir los bolsillos argentinos, un vivo ejemplo de resiliencia.
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