Por Verónica Dalto
Buenos Aires, 18 sep (EFE).- Argentina debate la dolarización de su economía tras décadas de fracasos en domar la inflación, por encima de tres dígitos en 2023, ante la propuesta del candidato de ultraderecha Javier Milei, bien situado para alcanzar la Presidencia, que cala en una sociedad cansada de la pérdida de su poder adquisitivo.
Para los expertos es «una pérdida de tiempo».
«No es una buena idea y no están los dólares», «con lo cual, todo el debate deviene en abstracto» y «por eso estamos perdiendo el tiempo», dice a EFE Federico Poli, director de la consultora Sistémica y uno de los casi 200 economistas que recientemente firmaron una advertencia pública sobre el peligro de la medida.
Con la bandera de la dolarización, eliminar el Banco Central y aplicar ‘motosierra’ al gasto público, el candidato de La Libertad Avanza obtuvo el primer lugar (29,86 %) en las primarias del 13 de agosto.
Milei dice contar con cinco proyectos para dolarizar, aunque a la vez descarta implementarlo a corto plazo y habla de «competencia de monedas».
Sus asesores relativizaron la posibilidad de dolarizar por la falta de divisas y de apoyo político, modificaron la propuesta de eliminar el Banco Central por regularlo y admitieron la dificultad de quitar las restricciones cambiarias por la deuda emitida por la entidad monetaria.
En una sociedad que desconfía del peso y usa el dólar como moneda de ahorro y para transacciones como la compra de propiedades, la dolarización domina la discusión pública con vistas a las elecciones del 22 de octubre.
No obstante, los principales candidatos rechazan adoptar el dólar como moneda de curso legal.
Bimonetarismo (convivencia peso-dólar) es lo que propone Patricia Bullrich, exministra de Seguridad con Mauricio Macri (2015-2019) y candidata de Juntos por el Cambio (centroderecha).
Sergio Massa, actual ministro de Economía y candidato oficialista (Unión por la Patria, peronismo), no ha propuesto un cambio.
Espejismo
La amenaza de la dolarización es tal que más de 170 economistas de diversas corrientes de pensamiento advirtieron de que la dolarización «es un espejismo».
Los macroeconomistas hablan de «obstáculos insalvables», ya que Argentina carece de dólares necesarios para rescatar la base monetaria y respaldar los depósitos bancarios y, para conseguirlos, las propuestas suponen «incrementos absurdos» de deuda pública, para un país cuyos títulos cotizan al 30 % de su paridad.
Esos economistas entienden que la «única alternativa» es dolarizar a un tipo de cambio tan elevado que provocaría «un estallido (hiper)inflacionario», sobre una sociedad que ya es pobre en un 40 %, y una violación de los derechos de propiedad.
Si se adoptara, será «grave», señala Poli, porque Argentina quedaría «sin un instrumento tan básico de la política económica como es la política monetaria y cambiaria» y sufriría lo que ya vivió al fin de la convertibilidad.
Historial
Argentina adoptó en 1991 la convertibilidad de un peso por un dólar, que estabilizó los precios al impedir al Banco Central emitir moneda sin el respaldo en divisas, pero colapsó en 2002, con una descomunal crisis socioeconómica.
El ‘1 a 1’ fue bienvenido después de que Argentina sufriera dos hiperinflaciones, a fines de la presidencia de Raúl Alfonsín (1983-1989) y al inicio de la de Carlos Menem (1989-1999), y antes por el ‘Rodrigazo’, un salto cambiario del 100 % y un estallido inflacionario de tres dígitos en 1975, que siguió a años de inflación desde la década del 50 del siglo pasado.
Argentina, según los expertos, tiene inflación por el constante desequilibrio de las cuentas fiscales, que cuando no puede financiarlas con impuestos o deuda pública lo hace con emisión monetaria, lo que eleva la cantidad de dinero por encima de la demanda de la gente aumentando los precios.
El Banco Central ha sido avasallado consecuentemente para evitar su autonomía y cumplir con el financiamiento monetario que requiere el Tesoro.
«Lo que tiene que hacer Argentina es no tomar atajos» y «poner en orden las cuentas públicas», afirma Poli, porque «estamos discutiendo estas pavadas (tonterías)», «en vez de estar viendo cómo se hace para reducir el gasto público de la manera menos dolorosa».
La inflación volvió a acelerarse en 2005 y el Gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007) respondió interviniendo desde 2007 el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) para que subestimase el IPC, pero siguió acelerándose hasta el 26,9 % anual al fin de la gestión de Cristina Fernández (2007-2015).
El Indec se normalizó en el Gobierno de Macri, pero su gestión terminó con 53,8 % anual por aplicar una política gradualista para reducir el déficit fiscal y pese a acudir a un programa con el FMI al finalizar el mandato.
La caída del poder adquisitivo llevó a la sociedad a elegir al peronista Alberto Fernández (2019-2023), quien ha llevado la inflación al 124,4 % interanual.
De ahí que la idea de ganar en dólares que inspira Milei capte tantos adeptos, mientras él llama «fracasados» y «cómplices de la estafa de los políticos» a quienes opinan contra él.
Su prohibición en la Constitución, como citó el presidente del Supremo, Horacio Rosatti; la incertidumbre sobre la composición del Congreso que saldrá de octubre y la amenaza de una consulta popular vinculante son otros elementos para concluir que el debate sobre la dolarización es una pérdida de tiempo para la actual Argentina.
EFE