Buenos Aires, 16 oct (EFE).- Los países del Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay) encaran la recta final de sus negociaciones con la Unión Europea (UE) para cerrar un acuerdo de libre comercio antes de fin de año dispuestos a superar los últimos obstáculos suscitados por los europeos, pero sin la intención de ceder en lo fundamental para sus intereses.
Reclamaciones sobre aspectos medioambientales relacionados con el sector agrícola, esencial para la economía de esos cuatro países, han devuelto al punto muerto una negociación que aparentemente se cerró en 2019 tras dos décadas de tratativas para conseguir un pacto estratégico para ambas partes.
Esas nuevas exigencias europeas y el rechazo del bloque suramericano, sobre todo el ultimátum de Paraguay (próximo presidente de turno de Mercosur) para terminar antes del 6 de diciembre, bajo la advertencia de que su mirada se volverá hacia China, han empañado el ánimo negociador.
Precisamente, los ministros de Comercio europeos se reunirán los días 19 y 20 de octubre en Valencia en un consejo informal bajo presidencia española de la UE para abordar «la situación de las negociaciones comerciales bilaterales y progresos en relación con los acuerdos ya negociados pro el bloque», en referencia al de Mercosur.
Las líneas rojas de Brasil
Brasil, que ejerce hasta el 6 de diciembre la presidencia semestral del Mercosur, mantiene su «confianza» en lo que fuentes oficiales han calificado de «fase intensa de negociaciones», con la intención de finiquitar el acuerdo este mismo año.
Sin embargo, según dijeron a EFE portavoces de la cancillería, el Gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva no está dispuesto a ceder en puntos que considera «fundamentales»: esas nuevas exigencias de la UE en materia de medioambiente y la posibilidad de sanciones por parte del bloque europeo, presentadas en mayo pasado, que son una de las principales trabas en este momento.
El otro se refiere a la apertura del mercado de compras públicas, que en el caso de Brasil se vuelcan en parte a políticas sociales en favor de pequeñas y medianas industrias y la agricultura familiar, entre otros aspectos.
Aún así, las fuentes consultadas por EFE han dicho que Brasil continúa negociando «sobre la base de la confianza» y convencido de que, en las próximas semanas, será posible limar las aristas que todavía impiden concretar el acuerdo.
Para Argentina, ambas partes han de superar lo que les incomoda
Fuentes diplomáticas argentinas dijeron a EFE que confían en que la negociación se cierre antes de que finalice este año: «Para ambos bloques el acuerdo tiene hoy un valor mayor que el que tenía en 2019 por todos los cambios en la agenda internacional desde entonces. Hay una sensación en ambos bloques de que un acuerdo podría ser un buen elemento para tener en este momento del mundo».
Argentina cree que del lado europeo, aun con las reticencias expresadas por algunos países, existe el mismo ánimo que entre los suramericanos para sacar adelante un pacto que se negocia desde hace más de dos décadas.
«En la UE hay heterogeneidades al igual que en el Mercosur. No a todos nos ajusta el zapato en el mismo lugar», dijeron las fuentes, que resaltaron que la importancia del pacto comercial en términos políticos y de nuevas cadenas de valor, «supone un incentivo lo suficientemente importante para que sigan conversando y traten de acomodar aquellas cosas que quizás son algo incómodas».
Según Argentina, los nuevos requerimientos ambientales, «no son sólo una preocupación para quienes viven en Europa, también lo son para los que viven en el Mercosur»
«Todos tenemos que ver cómo hacer para avanzar en formas de producción más amigables con el ambiente, lo cual es un objetivo compartido entre la UE y el Mercosur. También es importante saber que la matriz energética del Mercosur es muchísimo mejor que la de la UE. En este punto, que es bastante estratégico, nosotros estamos adelante», resaltaron las fuentes consultadas.
Argentina pone el acento en las negociaciones en torno a la cooperación, un tema que resulta clave antes las asimetrías de productividad y competitividad entre las empresas europeas y las suramericanas, en especial las pymes.
También hace hincapié en la importancia de que el acuerdo incluya mecanismos para la integración de cadenas de valor, en particular la de los minerales estratégicos y la electromovilidad.
Ultimátum de Paraguay
La mayor presión para intentar cerrar el acuerdo ha venido de Paraguay con el ultimátum lanzado por su presidente, Santiago Peña, que a fines de septiembre afirmó que si no cerraban para el 6 diciembre, el bloque suramericano se retiraría y se centraría en negociar acuerdos comerciales con países asiáticos.
Ese día, Paraguay asumirá en diciembre próximo la presidencia rotatoria del Mercosur y se celebrará la cumbre de jefes de Estado de Mercosur.
«Yo he dicho y le he transmitido esto al presidente Lula que cierre la negociación, porque si él no cierra, yo no voy a continuar en el próximo semestre», avisó Peña, que subrayó estar dispuesto a dedicar ese periodo a «cerrar acuerdos con otras regiones del mundo», como Singapur y Emiratos Árabes Unidos, entre otros.
El moderado optimismo de Uruguay
Uruguay ha visualizado la presidencia pro tempore de España en la UE como una ventana de oportunidad para que el acuerdo entre la Unión y Mercosur sea ratificado.
Su ministro de Relaciones Exteriores, Francisco Bustillo, destacó recientemente la importancia de que España y Brasil presidan sus respectivos bloques al mismo tiempo, a la vez que señaló a la nación europea como «un aliado natural y comprometido».
Para Uruguay los próximos meses son fundamentales para que ambas partes se pongan de acuerdo, y según su presidente, Luis Alberto Lacalle Pou, si ambos bloques se sitúan «más en el plano comercial» se puede avanzar «más rápidamente» pese a que reconoció que tanto el tema político como el ambiental son los más complejos.
También insistió en que el Mercosur «tiene intención de avanzar» y en que su país no tiene diferencias con los demás integrantes del bloque.