Conductor rápido y furioso terminó detenido

El susurro inquietante de las calles apenas se atenuaba en la quietud de una noche más, cuando el teléfono de la Seccional Decimosegunda de Ombúes de Lavalle  estalló en un clamor inesperado. La voz al otro lado de la línea, entrecortada por la urgencia, informaba de un hombre que, bajo la luna cruda del 16 de octubre, había desatado un frenesí de caos sobre el asfalto. La camioneta, su fiel compañera de locuras, danzaba como una bestia descontrolada.

Los agentes, como siluetas fugaces en la penumbra, respondieron al llamado de la desesperación. En un rincón olvidado de la ciudad, encontraron al protagonista de la noche, o más bien, a su sombra distorsionada. Un hombre, poseído por los efluvios del alcohol, yacía sobre el volante de su camioneta, como un capitán abandonando su barco en medio de la tormenta.

Con manos seguras pero llenas de precaución, el conductor fue despojado de la llave que alimentaba el furor metálico de su compañera de travesías. Su mundo se desmoronaba a medida que el motor dejaba de rugir, ahogando el alarido de sus pesadillas de metal.

Pero el alcohol, inmisericorde en su tenacidad, había tejido una telaraña de deseo y desesperación en el alma de aquel hombre. Como un lamento maldito, emprendió un éxodo doloroso hacia la comisaría más cercana, donde la realidad chocaba contra las paredes de la razón.

Allí, en el santuario de la ley, la lucha por la posesión de la llave se convirtió en una danza de desesperación y furia. Sus gritos, como proyectiles de desesperanza, perforaban los oídos de los agentes. Un fiscal, llegado como árbitro de una contienda trágica, ordenó que el intrépido danzante fuese arrebatado de la escena, con sus ansias de libertad contenidas por las esposas de la justicia.

El comunicado policial, frío, objetivo, contundente, se convirtió en un relato cargado de pasión y desorden. El hombre y su camioneta, compañeros de una noche de luna, se desvanecieron en los pasillos de la comisaría, mientras la ciudad seguía su eterna danza de sombras y luces.
Todo terminó cuando se enteró a la Fiscal actuante y dispuso que ingrese detenido.

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