El ámbito educativo uruguayo experimentó un avance en el último ciclo de evaluación PISA 2022, con un progreso de 10 puntos en ciencias y tres en lectura, aunque se registró una disminución de 9 puntos en el rendimiento en matemáticas, en comparación con los resultados obtenidos en 2018.
El martes 5 de este mes, el ministro Pablo da Silveira, la presidenta de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), Virginia Cáceres, y la directora ejecutiva de Políticas Educativas, Adriana Aristimuño, lideraron la presentación de los resultados de Uruguay en el Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA) 2022. La evaluación involucró a 7.500 estudiantes de 15 años, distribuidos en 230 centros educativos, abarcando liceos públicos y privados, escuelas técnicas y rurales que comprenden los grados 7°, 8° y 9°.
Realizadas entre el 15 de agosto y el 24 de septiembre de 2022, las pruebas evaluaron las competencias en lectura, matemáticas, ciencias y pensamiento creativo de los estudiantes. PISA, un programa internacional de evaluación que abarca a más de 85 países, destaca por su enfoque en situaciones de la vida cotidiana para generar insumos clave en la toma de decisiones en el ámbito educativo, valorando específicamente las competencias lectoras, matemáticas y científicas.
En esta edición, se dio prioridad a la matemática y al pensamiento creativo, cuyos resultados se darán a conocer en 2024. El ministro da Silveira resaltó la relevancia de estas buenas noticias, destacando el avance en ciencia y lectura.
En cuanto a la disminución en matemáticas, señaló que fue significativamente inferior al descenso observado a nivel mundial, siendo de 9 puntos en comparación con los 20 registrados globalmente. Además, subrayó que, en América Latina, se evidencia un deterioro en las tres áreas evaluadas.
En sus argumentos, el ministro explicó que las pruebas se llevaron a cabo posterior a la pandemia de COVID-19 y antes de la implementación completa de la transformación educativa. Destacó que Uruguay fue el país con el menor tiempo de cierre de escuelas y liceos durante la pandemia, lo que contribuyó a evitar que esta se convirtiera en un factor de deterioro en los procesos de aprendizaje.
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