Por Alejandro Prieto
Montevideo, 11 ene (EFE).- El «lujo consciente» y la apuesta por ser «el más sostenible de Latinoamérica» son pilares claves en el diseño de Médano El Pinar: el edificio de 100 millones de dólares que dará un póstumo «broche de oro» a la carrera del reconocido arquitecto uruguayo Rafael Viñoly.
Artífice de rascacielos, museos, aeropuertos, hospitales y universidades, entre otras obras arquitectónicas repartidas por todo el mundo, Viñoly falleció a los 78 años el 3 de marzo de 2023 en Nueva York con un último proyecto recién salido del tintero.
Lujo consciente
Es que, como destaca en una entrevista con la Agencia EFE su hijo, Román Viñoly, el arquitecto tuvo la suerte de llegar a terminar «pocas semanas antes» el diseño de un edificio residencial multifamiliar sobre la playa.
La idea, acota, vino tras notar una «escasez» de edificios residenciales de lujo cerca de la capital de Uruguay, donde en 2019 padre e hijo ya habían tenido la «muy placentera» experiencia de inaugurar con su desarrolladora Integrated Development la «exitosa» y «sostenible» torre de oficinas Edificio Plaza Alemania.
«El desarrollo surge de la ubicación. Encontramos un terreno sumamente especial, el único en toda la zona del gran Montevideo que no está separado de la playa por una calle», destaca Viñoly sobre el lote de casi siete hectáreas cercano a la localidad El Pinar -a 31 kilómetros de la capital- donde se erigirá el residencial.
La «tremenda naturaleza» de la zona fue clave para el desarrollo de un proyecto en el cual, para Viñoly, primó sobre todo la máxima de «aprovechar una ubicación soñada» de una manera que el arquitecto y él, que en este caso actuó como «el cliente», definieron como el «lujo consciente».
«Este concepto es una especie de convicción filosófica (…) Un lugar que respeta, que minimiza el impacto visual y medioambiental pero también genera una paz espiritual por sus características arquitectónicas, ahí se asienta la idea del lujo consciente», explica.
De curvas y jardines
Román Viñoly enfatiza en que todas las construcciones, y en especial las de una escala «inamovible» que las hace «muy duraderas», deberían «ser por defecto sostenibles». El uruguayo dice que la sostenibilidad trasciende «agregar paneles solares» e implica «evitar prejuzgar lo que alguien a futuro quiera hacer de su espacio».
Así, para Viñoly lo que ofrece Médano El Pinar es «una vida cotidiana condicionada por una conexión directa con un medio ambiente natural», pues la idea es que no haya barreras entre el conjunto de apartamentos y el «paisaje salvaje» de la costa.
«Buscamos crear un producto que optimice ese recurso también por las lecciones que supimos aprender en la experiencia tan difícil por la que pasó el mundo entero con la pandemia (de la covid-19), donde, sobre todo en las ciudades, se sintió la escasez de la conexión con el exterior», enfatiza.
Si bien resalta que no hay nada en él que «individualmente» no se haya hecho antes, el desarrollador indica que los riesgos del millonario proyecto pasan por la combinación de elementos «desafiantes», como tener unas 4.500 ventanas entre las cuales habrá unas 100 variantes, algo que «no es lo común».
«El edificio tiene 425 metros de largo que se desarrollan en unas curvas que nunca son iguales; tiene un sistema de encerramiento donde las dimensiones de ese encerramiento se repiten pero poco», ejemplifica sobre lo que califica como «un desafío logístico».
Además, señala que entre los 125 departamentos del complejo hay algunos que tienen «150 metros cuadrados internos y 100 metros cuadrados de jardín», por lo que «todos los ambientes abren» sobre el jardín, donde los habitantes tendrán tierra para plantar una huerta propia.
Broche de oro y homenaje
«El proyecto tiene muchísimos componentes que suman a lo que ciertamente va a ser el proyecto más sostenible no solo del Uruguay sino de la región y posiblemente de Latinoamérica», argumenta Viñoly.
Se refiere así tanto a su sistema constructivo ‘Mass Timber’, que mediante madera compuesta permite evitar la emisión de dióxido de carbono del hormigón, como a la recuperación de aguas pluviales y la planta solar de más de 5.500 metros cuadrados, que climatizará el edificio con un excedente para cargar además vehículos eléctricos.
Así, mientras estima que en su ejecución el proyecto pueda llegar a ser «negativo de carbono», el uruguayo dice no reconocer un mejor icono del lema Uruguay Natural que la obra con la que además culmina una carrera destacada, la de su padre.
«Claramente el legado de mi padre está asegurado por las más de 600 obras que realizó alrededor del mundo, pero este es el broche de oro en esa trayectoria», enfatiza sobre el creador del Museo de Arte de Cleveland, el NEMA Chicago, la City Football Academy de Manchester o el Aeropuerto Internacional de Carrasco, entre otras.
Es que, redondea, cumplir con los desafíos de un proyecto de vanguardia será tanto un «homenaje» como un «acto de amor y respeto» dedicado al arquitecto uruguayo más reconocido.