Montevideo, 24 ene (EFE).- Los abrazos, las lágrimas y el sentir cómo cicatrizan heridas abiertas por una tragedia que 50 años después vuelve a conmover al mundo hacen de ‘La sociedad de la nieve’ tanto un «regalazo» como un filme «muy bien logrado» para los familiares de «los que no volvieron» de los Andes.
«Yo vi a mi hermano en una pantalla gigante. Todo lo que tenía guardado durante 50 años se desbordó», dice, emocionada, Stella Pérez del Castillo -hermana de uno de los fallecidos- en el ‘Detrás de escenas’ del filme español recién nominado a dos premios Óscar que los uruguayos también sienten suyo.
Heridas y cicatrices
Es que, como señala en una entrevista con EFE Alejandro Nicolich, el hermano menor de Gustavo ‘Coco’ Nicolich, uno de los 45 que viajaban en el avión Fairchild que cayó en la cordillera de los Andes en 1972, lo que pasó aquel 13 de octubre «involucró a todos».
«Todos tenemos una marca del accidente de los Andes, desde los (familiares de los) que no volvieron a los que volvieron, y la tenemos que seguir llevando», dice quien estima que hasta hoy, pese a haber «cicatrizado» la herida por los que, como su hermano, fallecieron en los Andes, «no ha sanado» del todo.
Si bien cree que en su caso ya tuvo «un cierre muy lindo» cuando viajó a la cordillera junto a sus hijos, hermanas y sobrinos, Nicolich resalta que la película de Juan Antonio Bayona está «muy bien lograda» y por eso a muchos les sirvió para procesar o hacer las pases con lo sucedido.
«Creo que es una gran paz para todas las familias que hoy (haya) una película hablada en castellano, en uruguayo (…) está muy bien lograda la parte de cómo se vivió (…) y me parece que eso ayudó mucho a lograr una paz, a abrazar esta historia que hay familias que tuvieron un final feliz y otras que no», expresa.
Lo mismo cree Claudia Pérez del Castillo, hermana de Marcelo Pérez del Castillo, quien acota que «está tan bien hecha» que «fue muy real» para ella y se retiró de la sala de la función especial para los familiares tras la escena donde «todos buscaban a Marcelo» después del alud en el que murieron él y otras siete personas.
«Siempre digo que la voy a volver a ver despacito, en casa, tranquila, y todavía no me ha llegado el momento», apunta quien subraya que su familia está «eternamente agradecida» al equipo de Netflix por dar a conocer al mundo «que eran 45» y no solo 16 los protagonistas.
Abrazos y regalos ‘del cielo’
Jugador del club de rugby Old Christians al igual que muchos de los que viajaban a Chile, Gustavo Nicolich escribió a días del accidente dos cartas que conserva hasta hoy en su mesa de luz con 96 años su madre, Raquel Arocena.
A lo que entiende que así lograron «tener algo» para recordar sus últimas palabras, su hermano sabe que muchos no tuvieron esa suerte y, si bien estaban los sobrevivientes, hubo un «desencuentro» en que ellos quisieran preguntarles de todo cuando estos ya querían dejar atrás los fatídicos 72 días vividos en la montaña.
Si bien eran cercanos con sus padres, a los 16 sobrevivientes se acercó más tarde, cuando quiso jugar al rugby y el trato fue «espectacular» pero hablaban de la historia mediante comentarios o anécdotas puntuales; no obstante, la nueva película le dio a Nicolich un abrazo especial con uno de ellos.
«Me encontré en la salida del cine con Gustavo Zerbino y nos abrazamos y los dos nos pusimos a llorar y yo le decía ‘no sé por qué estoy llorando, ya lloré mucho esto'», recuerda.
Distinto fue para Beatriz ‘Baty’ Echavarren, hermana de Rafael ‘Vasco’ Echavarren, quien dice que para ella fue «un regalazo» conocer al actor que lo interpretó, Benjamín Segura, que la visitó junto a sus hermanas para conocer más de Rafael -quien murió por sus heridas a más de un mes del accidente-.
«Si bien es cierto que Dios se llevó a nuestro hermano, esto de la película, del actor, ha sido como un regalazo del cielo. Es como una segunda oportunidad de seguir conociendo a mi hermano», subraya quien dice que la sorprendió cuán «abrazada» y encariñada con él salió en fotos del detrás de cámara del rodaje de una escena que presenció.
«A partir de ahí seguimos bastante enganchados con Benjamín y este año nos contó que venía a la casa de su abuela en Punta del Este (…) nos trajo un cuadernito con cosas que él había escrito y es un ser muy especial, un ángel», expresa.
Un hijo más
Arocena es hoy la única viva de las 13 madres que, a nueve meses del accidente, fundaron la Biblioteca Nuestros Hijos, donde quisieron que «cada estudiante» que entrara fuera recibido «como si fuera» uno de sus hijos y que recibió, además, a Bayona durante su visita a Uruguay en diciembre.
Nicolich y Echavarren coinciden en que tanto el director como los actores y las productoras se mostraron emocionados y se notaba que la historia les llegó, lo que, dicen, hace a su buena calidad.
«La historia es muy fuerte para gente que de repente la empieza a conocer y ahí también me hizo ver lo sensibles que eran estas personas (…) entonces es muy difícil que no sea una muy buena película», resalta Nicolich, quien acota que su madre vio la cinta y «pasó bien» en el encuentro con Bayona.
«Además de que está muy bien lograda en efectos especiales, maquillaje, se comprometieron con las personas (…) desde el alma, desde el amor y se sabe que las cosas hechas con amor suelen dar buenos resultados», redondea Echavarren.
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