Por Augusto Morel
Buenos Aires, 27 ene (EFE).- Más allá de un conflicto diplomático, las declaraciones del presidente argentino, Javier Milei, sobre su par colombiano, Gustavo Petro, suponen el último capítulo de una lista de ataques contra otros líderes mundiales que el ultraliberal ha propinado a lo largo de su carrera política.
«Es un comunista asesino que está hundiendo a Colombia», disparó Milei en una entrevista con la periodista colombiana Ángela Patricia, quien le pidió una definición sobre Petro. Tras esto, el canciller de ese país, Álvaro Leyva, repudió los dichos del argentino y, posteriormente, su cartera llamó a consultas a su embajador en Argentina.
Cuando Janiot le consultó por el mandatario chileno, Gabriel Boric, también contrario a su ideología, lo definió como «alguien que tiene las ideas incorrectas», una opinión más tolerante que durante la última campaña electoral.
«Así como esperamos sacar la plaga kirchnerista (…) espero que ustedes tengan la dicha y la altura como para poder sacarse también a este empobrecedor de Boric», había expresado el año pasado en un encuentro con el líder ultraderechista chileno, José Antonio Kast, cuando este se midió al hoy presidente en los comicios del país vecino.
Otro ejemplo de antípodas ideológicas es la relación con el jefe de Estado brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, quien, al igual que Petro, no asistió a su ceremonia de asunción presidencial.
Lula fue tachado por Milei de «corrupto» y «comunista» diez días antes del balotaje del 19 de noviembre, en una entrevista con el periodista peruano Jaime Bayly. Por si fuera poco, uno de los invitados estelares para su investidura presidencial, el 10 de diciembre, fue el expresidente brasileño Jair Bolsonaro, enemigo político del hoy mandatario.
Como candidato, y ante la posibilidad de ganar, había anunciado: «No me reuniría con Lula da Silva. Es un corrupto y por eso estuvo preso y es un comunista. Desde mi posición como jefe de Estado, mis aliados son Estados Unidos, Israel y el mundo libre».
Después enfrentó la realidad: Brasil es uno de los principales socios comerciales de Argentina. Ambos son determinantes para la prosperidad del Mercosur, bloque económico también integrado por Uruguay, Paraguay y Bolivia.
Milei se retractó en una carta con tintes pragmáticos y diplomáticos, llevada en un viaje relámpago por la canciller Diana Mondino y presentada por el embajador argentino en Brasil, el peronista Daniel Scioli, muy cercano a la Administración de Lula, en la que invitaba a su par brasileño al acto de asunción para apaciguar las aguas.
Casi de igual manera pasó con el papa Francisco -quien le recibirá en audiencia el 12 de febrero próximo-, que, antes y durante la campaña electoral, fue objeto de sus críticas: para Milei, en 2020, el Santo Padre era «representante del maligno» y hasta impulsor del comunismo, o, como dijo en 2023, antes de asumir como presidente, sugirió que tenía «afinidad por comunistas asesinos», con quienes dijo era «bastante condescendiente».
Fue el propio Francisco quien bajó el tono al asunto al marcar que «se dicen cosas para llamar la atención, pero que después se caen solas». Inclusive, conversó al teléfono con Milei tras su victoria y le hizo llegar un rosario bendecido.
El mandatario le contestó con una carta que entregó Mondino al emisario del Vaticano, en la cual le transmitía el «filial afecto del pueblo argentino» y lo invitaba a visitar su país natal.
«Su presencia y mensaje contribuirán a la tan deseada unidad de todos nuestros compatriotas y nos brindará la fuerza colectiva necesaria para preservar nuestra paz y trabajar por la prosperidad y el engrandecimiento de nuestra querida República Argentina», deseó en el texto.
El mayor ejemplo de su obsesión con la izquierda explotó en el Foro de Davos, donde abrió su discurso de 23 minutos asegurando que «Occidente está en peligro» debido al «socialismo empobrecedor» que apuesta por las «experiencias colectivistas» y avanza sobre «el capitalismo de libre empresa».
«Los colectivistas no proponen libertad, sino más regulación», reafirmó, al tiempo que consideró a «comunistas, fascistas, nazis, socialistas, socialdemócratas, demócratas cristianos y globalistas» como variantes colectivistas.
El objetivo de su último berrinche fue Petro, quien, desde Colombia, se hizo eco, pero sin nombrarlo: «Los que nos atacan no tienen ni idea qué es comunismo ni qué es socialismo».
La Cancillería colombiana agregó que las palabras de Milei desconocen y vulneran los lazos de amistad, entendimiento y cooperación históricos entre Colombia y Argentina que «se han reforzado a lo largo de dos siglos».
Probablemente, Mondino sea -otra vez- la encargada de apagar este nuevo incendio diplomático, mientras Argentina sigue lidiando con una inflación del 211,4 %, una pobreza poblacional del 44,7 % y el aumento de los precios de la canasta básica del 258,2 %.