El Parque de Esculturas de Velarde Gil, un oasis de arte y naturaleza en El Cerro Carmelo, enfrentó una de sus noches más desafiantes. El pasado sábado, el fuego consumió el 70% de su cañaveral, un hecho que no solo alteró el paisaje sino que también desencadenó una lucha contra el tiempo y el descontrol.
Desde la tarde, los Bomberos de Carmelo se adentraron en esta batalla, una lucha que se extendió hasta consumir la noche. Las llamas, implacables y voraces, no solo devoraron gran parte del cañaveral sino que también alcanzaron un sector del monte, sumiendo al Parque en un manto de incertidumbre y desolación.
Gil, el custodio de este espacio de arte y naturaleza, había salido a la ciudad en una tarea rutinaria, ajeno a la tragedia que se avecinaba. A su regreso, lo inesperado, comenzó a sentirse, lo golpeó con la fuerza de lo irremediable: el crujir de las cañas consumiéndose, un sonido que presagiaba la magnitud del desastre.
Las causas del incendio, aún en el limbo de las hipótesis, oscilan entre lo accidental y lo intencional. ¿Un descuido? ¿Una colilla de cigarrillo lanzada sin medir las consecuencias? Los bomberos, en las horas siguientes, tendrán la tarea de desentrañar el origen de este suceso que ha sacudido al Parque.
Por fortuna, la familia de Gil no sufrió daños físicos, pero el dolor material es innegable. El cañaveral, árboles centenarios y la pérdida de algunas vidas animales, como gallinas, delinean un panorama de pérdida y reflexión.
Este incidente no es solo una noticia; es un recordatorio de la fragilidad de nuestros entornos y de la importancia de protegerlos. En el Parque de Esculturas de Velarde Gil, las cicatrices del fuego contarán, de ahora en adelante, una historia de resistencia y resiliencia.