Buenos Aires, 29 feb (EFE).- Acostumbrada a los aprietos económicos, Argentina atraviesa una crisis también de valores inédita y avala el ajuste que lidera el libertario Javier Milei para salir de una situación de desesperanza; pero los ciudadanos empiezan a sentir que ya no dan más de sí y que son ellos quienes sufren la caída en el consumo y no la «maldita casta».
Milei asumió el 10 de diciembre pasado anticipando el ajuste para evitar una hiperinflación y aún cuenta con el consenso de la mitad de la sociedad -de todos los niveles, edades y géneros-, según las mediciones de la consultora de Fernando Moiguer, que también muestran que «el disenso está desparramado».
El libertario también prometió que el ajuste lo iba a sufrir ‘la casta’ política, gremial y empresarial, pero «la gente empieza a decir» que el ajuste «no lo está haciendo contra la casta», detalla Moiguer en diálogo con EFE y cita como ejemplo a los jubilados.
«Nunca hubo un ajuste tan insensible», escucha Moiguer, cuyos estudios alertan de que la gente «está enojada» y «exasperada».
También ha detectado la tensión de no tener para comer, «un momento totalmente bisagra», en el que la clase media baja, que domina el humor social en Argentina, «ya siente que no aguanta más».
«La gente empieza a sentir que no da más y que más bajo no puede ir», enfatiza el líder de la consultora que asesora en estrategia de negocios y construcción de marcas.
Aún falta
La inflación se desaceleró un 20,6 % en enero pasado y el Gobierno espera que llegue a un dígito en los próximos meses, pero eso implica aguantar 60 ó 90 días más, con un salario en desventaja respecto a los precios.
«Sabemos que va a ir más bajo», advierte Moiguer, en alusión a que está aumentando la salud privada, la clase media resigna la escuela privada y migra a la pública, los alquileres están dolarizados y el tipo de cambio puede saltar y faltan los aumentos de los precios de la energía.
Además, comenzarán los despidos -desde un nivel de desocupación del 5,7 % en el tercer trimestre de 2023- en el sector industrial y de la obra pública, agrega Moiguer, ya que Milei está recortando el gasto público para alcanzar el equilibrio fiscal.
Moiguer no percibe un «riesgo democrático», pero advierte de que se está «llegando a un límite de la resistencia» y «cualquier cosa puede encender la mecha», lo que «sería algo espontáneo más que algo conducido», pero a su vez «hay una desazón tan alta que no se ve que ocurra eso».
Inédito
Argentina sufre la enésima crisis económica -con una inflación interanual de 254,2 % y un segundo año de caída de la actividad-; por eso, esta crisis es más que eso, es «valórica», explica Moiguer, de «una sensación de no futuro».
«Nunca llegamos a una situación como esta, donde la sociedad decide y pide que la ajusten», sobre todo con la cultura mediterránea de disfrutar de la vida, y «menos en democracia», describe.
No obstante, el experto apunta que «es una sociedad que llegó muy cansada», ya que lleva 15 años de frustraciones «con distintos Gobiernos y distintas ideologías».
Además, «esta es la primera vez en Argentina que el ajuste lo conduce la clase política», en contraste con experiencias anteriores en las que primero estallaba el mercado y después la clase política trataba de conducir la crisis; «entonces es una situación muy extraña», resume.
En cuanto Milei ganó la segunda vuelta electoral el pasado 19 de noviembre, los argentinos comenzaron a retraerse previendo el ajuste, y las ventas cayeron, pero «la gente quiere seguir consumiendo», cuenta Moiguer. Entonces, desiste de ciertos productos o categorías para darse «una indulgencia».
Los argentinos también están desatesorando, al vender los dólares guardados en casa.
Sin embargo, «las compañías todavía no están preocupadas», dice Moiguer, porque «le creen al discurso oficial» y con el Gobierno de Milei recuperaron el manejo de los precios, que las gestiones peronistas mantenían regulados, recuperando rentabilidad: «Empiezan recién a pensar estrategias para discutir volumen».
Rockstar
Argentina también soporta el ajuste porque le importa la mirada desde el extranjero y sufre la «humillación» de ver que sus dificultades no pasan en Brasil, Uruguay, Chile o Paraguay.
En ese contexto, Milei está en boca de todos y construye una imagen de ‘rockstar’ mundial, como referente de quienes quieren terminar con el socialismo, y Argentina pasó a ser un laboratorio de ideas.