Por Lucía Serrano Redondo
Montevideo, 27 mar (EFE).- Una guitarra comprada tiempo atrás en Barcelona permite que el payador uruguayo Juan Carlos ‘Lopecito’ López, hijo de un hombre que arribó al país desde Galicia en el siglo pasado, recuerde cada día sus raíces españolas.
Así lo cuenta durante una entrevista que brinda a EFE en un rincón de la Rural del Prado de Montevideo, donde se celebra la tradicional Semana Criolla.
Vestido con ropa de campo y acompañado por el instrumento al que a veces pide perdón por haber sacado de su tierra, López se detiene para hablar, aunque antes de hacerlo se toma varios minutos para cumplir con quienes lo han escuchado cantar, lo aplauden y le piden fotos.
Su voz es una de las atracciones de la mencionada fiesta popular, enmarcada en la Semana de Turismo -como se conoce en el país suramericano a la Semana Santa- en la que las jineteadas de caballos son la principal actividad.
López explica que el canto del payador es «muy importante» en la Semana Criolla, donde los músicos improvisan rimas acompañados de una guitarra y van narrando todo lo que sucede en el ruedo a través de ingeniosas canciones.
«Es el punto de partida de trabajo de todo el año de festivales, jineteadas y muchos eventos tradicionales que están diseminados en el interior a través del punto de partida del Prado» señala.
Música rimada que cruzó el océano
Durante la charla, el músico rememora una visita al Corral de Comedias de Almagro en un reciente viaje que hizo a España, donde se representaban las obras teatrales de los poetas del Siglo de Oro.
«Todo eso tiene que ver con el canto, con el payador, la cultura, con la poesía y nos hermana a través de la historia y del lenguaje español que nace de poetas que empiezan a transformas el latín popular -no el de la elevada cultura- y entran a formar el idioma español con pequeñas cosas que también tenía muchos ingredientes del árabe», afirma.
Con la conquista española, las métricas cantadas por los juglares se exportaron a América y adquirieron su forma propia en las payadas, detalla López.
«Viva la madre España y el viejo pueblo español», canta acompañado por su guitarra barcelonesa en una de sus improvisaciones.
Esa es otra muestra de que el artista siente una fuerte conexión con el país desde el que emigró su padre rumbo a Uruguay, y en donde compró la guitarra que cada noche reposa al costado de su cama, lo que llevó a que su esposa le reprochara que la quiere más que a ella.
Cultura gauchesca en Montevideo
La payada es un arte poético musical que tuvo una fuerte implantación en la zona del Río de la Plata, hasta el punto que recibió la declaración de Patrimonio Cultural Inmaterial de Uruguay y del Mercosur.
Está ligada a la cultura gauchesca, esa que durante una semana dice presente en la capital uruguaya en lo que López denomina «un puente cultural de comunicación».
No obstante, aclara que Montevideo también tiene zonas agrarias y campesinas y que las divisiones que podían existir antiguamente ya no existen.
«Montevideo recibe familias de todo el país que vienen a trabajar y estudiantes que vienen a crecer en las universidades o en las escuelas. Como las distancias no son tan extensas ni tan largas es una comunión casi que perfecta entre la capital y el interior», argumenta.
López resalta el papel de la música en la «mezcla cultural tan arracimada» de Montevideo y concluye que, en este campo, «todos los pájaros caben en el monte», puesto que en esta ciudad se puede escuchar ópera, tango, candombe o la guitarra del payador.
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