Por Alejandro Prieto
Montevideo, 28 mar (EFE).- La tradición gauchesca de jinetear caballos salvajes que, entre mates y asados llena cada año el ruedo del Prado montevideano, cede al cambio de época en una Semana Criolla que incorpora el uso de chalecos de seguridad y una jornada de sensibilización animal.
Conocida en el mundo como Semana Santa, la semana que culmina en el domingo de Pascua tiene varios nombres en Uruguay. Si bien el oficial es Semana de Turismo, también toma de uno de sus clásicos, el principal evento de domas del país, el de Semana Criolla.
Festín al aire libre
Con casi un siglo de historia, el evento que reúne en el predio ferial capitalino Rural del Prado llega a su edición 97 con un récord de visitantes que, destaca a la Agencia EFE la directora de Cultura de la Intendencia de Montevideo, María Inés Obaldía, ya se alcanzó en la tercera jornada.
«Tuvimos al cierre de la jornada 58.000 personas, un número al que nunca se había llegado y que es muy poderoso. En lenguaje futbolero diría que tuvimos un Estadio Centenario lleno caminando en la Criolla del Prado», resaltó.
Con cinco escenarios para espectáculos de artistas locales e invitados de Argentina y Chile y puestos de emprendedores donde se encuentra desde cinturones de cuero y sombreros hasta recipientes de mate o artesanías, la Criolla vuelve a ofrecer en el plano gastronómico el tradicional asado o incluso lo que desee el visitante.
Esto se da en la curiosa «parrilla abierta» ya implementada en 2023, donde cada uno lleva sus alimentos, sea carne o vegetales, y estos son asados en el momento.
Sin embargo, las principales novedades del encuentro van de la mano de un proceso evolutivo: adaptar las tradicionales jineteadas heredadas de los gauchos que habitaron la región en el siglo XIX a una actualidad signada por los cambios.
Cuidados y sensibilización
Luego de un 2023 donde la muerte de un equino el día de apertura provocó varias protestas de colectivos animalistas que pedían parar las domas, la Intendencia se propuso reforzar los cuidados en una competencia que, acota Obaldía, es reconocida como una de las más seguras de la región.
«La Intendencia tiene la potestad de tomar muestras de sangre aleatoria a los equinos que desee para realizar controles. Tenemos un equipo permanente de veterinarios y venimos buscándole la vuelta para dar un espectáculo que respete todos los derechos que obviamente preconizamos también», remarca.
A lo que destaca como novedad de 2024 «para extremar los cuidados» la incorporación de chalecos de protección no obligatorios que los jinetes pueden usar encima o debajo de sus camisas, la directora señala que se redujo la cantidad de domas y, con cuatro menos por día, se llegó a «un día menos de jineteadas».
«También estamos trabajando para que el año próximo pueda haber cascos para los jinetes, algo que no logramos este año, que no está culturalmente aceptado, pero pensamos que quizás un año después, como en algunas que se hacen en Argentina se está empezando a utilizar», agregó.
Asimismo, este viernes tendrá lugar una jornada de bienestar animal donde va a haber una demostración de perros que arrean ovejas y tres talleres con caballos a cargo del Centro ecuestre Un paso adelante bajo el título ‘Hay otra manera de sentir a los caballos’.
Según la referente del centro Rosana Stillo, estos tendrán como objetivo «llevar un poquito de conciencia a las personas de toda edad y toda situación, emocional, cognitiva, física, de que todos se pueden acercar a los caballos».
«Para nosotros es tremenda oportunidad estar en un contexto nuevo como es la Semana Criolla y nuestro principal objetivo es acercar a personas nuevas a los caballos de una forma amigable para ambas partes», añade sobre los talleres, que consistirán en un acercamiento a la terapia asistida que el centro ofrece, enfocada en niños y adultos con discapacidad.
Los ojos en el trofeo
Convencido de que los caballos en el Prado son «más cuidados que cualquiera», porque compiten por un total de ocho segundos por doma y, por iniciativa de la Intendencia, lo hacen con espuelas sin punta, el jinete Rodrigo Duret, oriundo de la norteña ciudad de Artigas, salió campeón en 2018 y 2022 en la categoría Pelo internacional.
Con cuatro competidores de Argentina y cuatro de Brasil, además de los otros tres contrincantes uruguayos por vencer este año para superar el tercer puesto que logró en la última edición, Duret confiesa que el principal desafío es «llegar».
«Lo más difícil es llegar aquí y después que uno llega trata de dejar todo lo mejor de uno. Lo más lindo es poder subir al podio, entrar a los premios», dice quien cree que entre lo más gratificante también está «la adrenalina» que siente «cuando va a montar un potro».
«El que viene aquí el sueño es ganar pero yo voy a competir y si se da se da, si no se da, bueno», responde sobre su expectativa para la gran competencia de un ruedo donde el corcoveo del caballo sigue llenando las gradas.
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