La seguridad alimentaria y la vacunación del ganado en las explotaciones ganaderas de Latinoamérica son fundamentales para evitar los brotes transfronterizos de enfermedades en una región que continúa siendo uno de los principales proveedores mundiales de alimentos.
«Sudamérica está en una buena posición, pero los países del continente necesitan estar preparados para los nuevos desafíos que puedan venir», asegura a EFE el director ejecutivo del Foro Internacional sobre encefalopatías espongiformes transmisibles y seguridad alimentaria (TAFS), Patrik Buholzer.
«Con este tipo de enfermedades, cuanto antes las detectes, más rápido puedes reaccionar y mantenerlas a raya», apunta el experto.
En el actual contexto de globalización, el constante movimiento de bienes y personas entre los diferentes países podría favorecer la circulación de este tipo de enfermedades entre países y contribuye a la llegada de nuevas patologías a diferentes regiones del planeta.
«Hay muchos cambios en la presión de las enfermedades que tienen que ver con alteraciones en las rutas de los pájaros o en las condiciones climáticas», señala Buholzer, quien recientemente viajó a Suramérica para exponer ante diversos actores sanitarios en Uruguay, Paraguay y Argentina.
Para atajar esa posible transmisión transfronteriza de enfermedades, en opinión del experto, hay dos claves: la detección temprana y la vacunación.
«Si tenemos ‘bancos de vacunas’, podríamos vacunar más rápidamente y ralentizar los brotes de la misma manera que frenamos la propagación de la covid-19 entre los humanos», considera.
Brasil y la fiebre aftosa
Según el director ejecutivo del TAFS, con sede en la localidad suiza de Liebefeld, el principal reto al que se enfrentan los países de Latinoamérica en esta materia es el reciente reconocimiento por parte del Ministerio de Agricultura de Brasil de varias zonas como libres de fiebre aftosa sin vacunación.
La fiebre aftosa o glosopeda afecta gravemente a la producción de ganado, altera el comercio regional e internacional de animales y el de productos de este origen.
Según la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), la enfermedad circula en el 77 % de la población mundial de ganado en África, Oriente Medio, Asia y algunas zonas endémicas de América del Sur.
La tasa de morbilidad del ganado por la fiebre aftosa es muy elevada, aunque el virus no es transmisible a los humanos.
La infección provoca fiebre, ampollas orales y lesiones en las patas del ganado bovino, ovino, porcino y de otras familias de rumiantes ungulados.
Para el directivo del foro TAFS, la decisión de Brasil de abordar sin vacunación la erradicación de la fiebre aftosa «coloca a la región en una nueva era» con respecto a la enfermedad.
«Los demás países tienen que actualizar sus evaluaciones de riesgos», destaca.
En este sentido, las autoridades sanitarias reconocen que la prevención de este tipo de enfermedades «implica altos gastos», pero recuerda uno de los últimos grandes brotes de fiebre aftosa en el mundo, ocurrido en mayo de 2022 en Indonesia.
La enfermedad forzó al sacrificio de 14.000 de los 600.000 animales afectados por el virus y provocó pérdidas económicas de 6.000 millones de dólares para el país asiático (que había administrado doce millones de vacunas).
Buholzer considera que «en los próximos años habrá una gran parte de la población de ganado que no estará vacunada».
Para el foro TAFS, esto tendrá un gran impacto en las políticas de seguridad alimentaria que deberán implementar los países que tienen frontera con Brasil (Uruguay, Argentina, Paraguay, Bolivia, Perú, Colombia, Venezuela, Guyana, Guayana Francesa y Surinam) y en sus economías.
«Deberán comenzar a prepararse y pensar en cuáles son los puntos en los que necesitan focalizarse más a la hora de reforzar controles, monitorizar y fortalecer la vigilancia», dice Buholzer a EFE.
Además, el foro TAFS subraya la necesidad de que se robustezcan las capacidades de los veterinarios más jóvenes.
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