Por Ing. Alberto Capurro
Hace ya doce años que vivo en Carmelo, y hay algo a lo que no he podido acostumbrarme, y espero nunca hacerlo.
Hablo del claramente deficiente (el cuál considero un adjetivo demasiado suave, pero no quiero que la frustración gane) control de las motos que existe en la ciudad.
Estoy seguro que mucha gente piensa igual, pero nada puede hacer para cambiar una realidad que rompe los ojos. Y denota una desidia, una pasividad y permisividad dignas de autoridades y organismos resignados, que ya no tienen ganas de cambiar las cosas y no hacen más que mirar para el costado. Porque sino las cosas se corregirían, no puedo medir si están peor que cuando llegué a esta ciudad pero seguro no están mejor.
El listado de cosas que están mal con las motos en la ciudad es muy profuso: empezando por las cosas más simples, ausencia de espejos (ley 19.061 capítulo IV), uso de chaleco reflectivo cercano a 0, también obligatorio en la misma ley.
Uso del casco, estamos en el peor departamento del país en lo que a uso del casco se refiere durante los siniestros con motos.
De acuerdo al informe de la Unasev del 2022 el uso es del 61,5% en siniestros en Colonia, cuando el promedio nacional es de 81%. El número quiere decir que 4 de cada 10 personas que tuvieron un siniestro en moto en Colonia no usaban casco, un número realmente alarmante. Está claro que la moto es el principal medio de transporte en participación en los siniestros con heridos graves, con un 68,2%, para tomar una idea le siguen los autos con el 14,7% y peatones con 10%.
De ahí para arriba la cosa escala, la cantidad de motos que hay en condiciones totalmente ilegales, sin matrícula, y muchas veces robadas (sino todas) es muy notoria y no hay un recorrido por la ciudad en el cual una persona no se cruce con alguna. Esto ya no es la excepción, es algo normal. La mayor parte de las veces las personas que andan en estas motos sin identificar son las más propensas a romper las normas, también lo hacen las personas con matrícula, léase casco, chaleco, espejos, etc., pero tienen más cuidado porque está claro que pueden ser identificadas.
Romper las normas en estos casos sin matrícula, implica un rango variado de acciones, exceso de velocidad, picadas, rara vez llevan casco, andar en una rueda (a veces de a dos personas en una moto), zig zag entre autos, no respetar las prioridades de paso, no respetar el semáforo, andar sin luces, ruido excesivo, andar sin seguro,
chocar y desaparecer, y sin duda hay mas porque la creatividad no tiene límite.
Las pasividad, ausencia, desidia y permisividad de varias autoridades y organismos en estos hechos para los ojos de este observador son claras, porque de otra forma la realidad sería diferente, no puede haber tanto descontrol durante tanto tiempo si existieran controles adecuados. Y con autoridades estoy hablando de la intendencia y su cuerpo de inspectores, la policía y sus controles sobre vehículos que claramente son robados o rearmados, y por último la justicia que no me cabe duda también debe actuar ante todos estos hechos que al menos si no son los culpables constituyen receptación.
Yo me pregunto, ¿donde está el trabajo coordinado de estos organismos y autoridades para poner orden en algo tan elemental como la seguridad vial y el cumplimiento de normas y conductas rectas en esta sociedad? No lo ven? Se acostumbraron a lo que no hay que acostumbrarse? O es simplemente no nos compliquemos?.
Parece mucho más importante esto que tener a los inspectores pescando autos a la salida de las escuelas a ver qué auto está mal estacionado, o que niño viene mal sentado, y hacer un ticket de multa, por supuesto. Es claro que los incentivos para inspectores están ahí, cobran el 30% por cada multa cobrada y obviamente es más probable que un auto pague la multa a que lo haga una moto y sin matrícula, cuya probabilidad es 0%, el comportamiento del inspector es lógico, es pésimo el sistema de incentivos.
Estoy totalmente de acuerdo tanto con la diputada del Partido Colorado Nibia Reisch que en Enero de 2023 planteó que “no hay prevención ni contralor en todas las ciudades del departamento de Colonia” y con el edil del Frente Amplio Emmanuel Martínez quien planteó que “el sistema de incentivos debería ser cambiado por uno que apunte a bajar la siniestralidad”.
Es obvio que inspectores caminando por la calle nunca van a “agarrar” a estos otros infractores en moto (si es que esa es la intención porque a veces parece que ni siquiera se intenta), y es más fácil, y más redituable tanto para la intendencia como para el inspector, penar a los autos (aclaro que son multas válidas, correctamente aplicadas) que en una abrumadora mayoría, por no decir todos, tienen todo legal como debe ser, pero cuyas infracciones en la ciudad no constituyen riesgos claros a la vida ni la salud de las personas como si pasa con las motos, infracciones son todas pero claramente las de los autos son a la vista más importantes que las de las motos para la intendencia, que a los ojos de este observador, las de éstas últimas, son mucho más graves y riesgosas para la sociedad toda. He visto como los inspectores apoyados en la camioneta dejan pasar por su cara gente en moto sin casco e incluso con niños, sin hacer ni siquiera un gesto para que se detenga el vehículo. Con esta estrategia nunca se va a cambiar la realidad y necesariamente el trabajo debe ser conjunto con la Policía y la Justicia, que desde mi punto de vista tienen un rol muy relevante que cumplir porque parte del problema tiene que ver con hechos delictivos directamente.
No hay que perder de vista que la moto como medio de transporte está presente en el 61% de los lesionados leves, en el 69% de los lesionados graves y en el 61,5% de los fallecidos (este último dato a nivel departamental, que es el que está desagregado, y es el que nos importa en este caso de una ciudad). Esto deja muchas secuelas en la vida de las personas y las familias, he visto personas con secuelas permanentes en miembros que no les permiten una actividad totalmente normal, miembros amputados, agravio encefálico, y muertes, todas éstas en moto.
Es hora de que las autoridades y organismos locales comiencen a trabajar en forma coordinada para cambiar esta realidad. Los ciudadanos debemos exigir esto y no acostumbrarnos a una realidad que no podemos aceptar como normal, es parte de avanzar como ciudad y cultura.
Hay muchas cosas en Carmelo que deberían ser mejoradas, creo que esta es una de esas cosas importantes, las otras merecerían igual dedicación a la escritura, al pensamiento de las soluciones y al desarrollo de planes de acción.
Hace 5 años que escribí un artículo titulado “La ruta olvidada”, referido a las muchas falencias del tramo de ruta 21 Carmelo Palmira, nada ha cambiado respecto a eso. Me rehúso a pensar que en este tema las cosas seguirán igual.
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