Por la Redacción de Carmelo Portal.
Por primera vez en mucho tiempo, el suave sonido de las herramientas de limpieza se mezcla con el canto de los pájaros en el arroyo El Piojo. Al otro lado del Parque del Bicentenario, el curso de agua recupera su brillo entre los reflejos del sol y las sombras de los árboles que lo flanquean. El municipio de Carmelo ha iniciado la ardua tarea de limpiar este rincón natural, retirando los camalotes que invaden su cauce y desbrozando ambas orillas, en un intento por devolverle al lugar el esplendor que alguna vez tuvo.
Las plantas acuáticas, que parecieran surgir de la nada y expandirse rápidamente, se han convertido en un obstáculo para quienes intentan disfrutar de las vistas o simplemente desean relajarse a orillas del arroyo. Los camalotes, si bien son parte del paisaje, han llegado a cubrir amplias zonas del arroyo, dificultando el flujo del agua y transformando un lugar de descanso en un terreno enmarañado. “Es necesario despejar las orillas y el cauce, para que la gente pueda disfrutar del espacio como se debe”, comentó un trabajador del municipio mientras apartaba las verdes hojas que parecen flotar sobre la superficie del agua.
Una arteria que une la ciudad y el río
El arroyo El Piojo es más que un pequeño cuerpo de agua; es un recordatorio de cómo la naturaleza y la urbanización pueden coexistir en un delicado equilibrio. Desde su nacimiento en las cercanías de la Avenida Rodó, donde cruza la vía como si fuera una arteria viva que conecta el centro de Carmelo con la playa, el arroyo fluye serenamente. A lo largo de su curso, los niños juegan en sus orillas mientras los más mayores pasean por los senderos, aprovechando la tranquilidad que se respira en este rincón del Parque del Bicentenario.
La limpieza del arroyo, además de liberar las aguas y revitalizar el paisaje, busca asegurar que los visitantes puedan retomar la recreación en sus orillas, sin el estorbo de la vegetación invasora. “El Piojo es como un espejo de la comunidad”, afirmó un vecino que se acercó a observar las labores. “Cuando el arroyo está limpio, todos disfrutamos más del parque y del aire libre”.
Un espacio con historia
Para los habitantes de Carmelo, el arroyo El Piojo guarda recuerdos de muchas tardes de verano. Antes de que los camalotes ganaran terreno, las aguas del arroyo reflejaban los rostros de los vecinos que se reunían en torno a él. Las bicicletas descansaban apoyadas contra los árboles, mientras las familias extendían mantas sobre el césped cercano para compartir un mate o una charla tranquila. Sin embargo, con el paso de los años, la falta de mantenimiento permitió que el arroyo se llenara de maleza, alejando a los visitantes que antes disfrutaban de sus aguas claras.
El municipio ha asegurado que, tras esta limpieza, El Piojo será una vez más un lugar para todos: para quienes buscan la paz de un rincón verde dentro de la ciudad y para aquellos que, después de un largo día de trabajo, se acercan a sus orillas en busca de un respiro.
El retorno del arroyo
La limpieza del arroyo no es solo un acto de mantenimiento, sino un gesto hacia la comunidad, una apuesta por devolverle a Carmelo un espacio de recreación y descanso. Mientras los camalotes son retirados y las orillas se despejan, El Piojo comienza a recuperar su voz, ese susurro suave que solo el agua puede ofrecer cuando fluye libre.
Así, el arroyo, que corta la Avenida Rodó y avanza en dirección a la playa, vuelve a latir al ritmo de la naturaleza. El Parque del Bicentenario, con sus senderos y áreas verdes, se prepara para recibir nuevamente a las familias y a los caminantes solitarios, quienes encontrarán en el arroyo un espacio renovado, un pulmón verde donde el tiempo parece detenerse.
El agua vuelve a fluir en El Piojo, y con ella, la vida retoma su curso en uno de los espacios más queridos de Carmelo.
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