Por Alejandro Prieto
Montevideo, 2 feb (EFE).- Flores, sandías, uvas, palomitas, collares, loza, miel, perfumes y velas fueron algunas de las ofrendas con las que, como cada año, los creyentes de la religión afro Umbanda rindieron culto por su día en las playas de Uruguay a la «milagrosa» madre de las aguas Iemanjá.
«Salud y prosperidad para nuestra gente mamãe», dice mientras acomoda a la figura de alargado vestido celeste cargada de collares sobre el agua de la Playa Ramírez de Montevideo uno de los cientos de fieles que, cada 2 de febrero, se reúne allí sobre la tarde para agradecer y homenajear a la diosa.
Así, mientras, vestidos o no del blanco característico, algunos se dedican a encender velas azules o blancas en pozos cavados en la arena y otros siguen cantando y bailando al ritmo de tambores, al ocultarse el sol, una procesión vuelve a adentrarse en las aguas del Río de la Plata que bañan Montevideo con la barcaza de ofrendas más grande: momento culmen de un día «de milagros».
Es con estas precisas palabras que la mae o sacerdotisa de la religión Susana Andrade describe a EFE lo que significa el 2 de febrero para los practicantes de un credo originado en un río de África y practicado en países suramericanos como Brasil, Argentina y Uruguay por la herencia de los africanos que llegaron esclavizados a la región.
Hacedora de milagros
«Va mucha gente a agradecer porque pidió algo que pensaba imposible y ese día se le cumplió y después no deja de cumplir la promesa y es necesario, porque la humanidad siempre necesitamos fe para seguir adelante, que es muchísimo, porque muchas veces la gente pierde el sentido de la vida», asegura.
Consciente de que quizás algunos de los creyentes no pueden asistir a la ceremonia que reúne en distintas playas del país a quienes quieren dejar en el mar sus ofrendas, Andrade insiste en que la «madre de casi todos los orixás», las deidades de la religión de transmisión oral, señala que este día es el de más visibilidad.
«Hay gente privada de libertad, ancianidad, gente enferma en los hospitales o en los lugares donde se supone que se curan de problemas de salud mental, y esa gente, sí tiene fe, también puede conectar con la energía particular que se da el 2 de febrero. El día de Iemanjá es un día de milagros», remarca.
Para la mae, es importante a su vez recalcar que las ofrendas ya hace años procuran ser naturales, con alimentos como las típicas sandías y los melones, las manzanas y las palomitas de maíz como algunos de los elegidos para no contaminar las aguas.
No todas son flores
Sin embargo, este año, dice, el hincapié está en aprovechar la visibilidad del día para denunciar el «racismo religioso» que, asegura, aqueja a muchos practicantes del Umbanda -conocido también en Brasil como Candomblé- al punto de no querer ser vistos en los templos o ritos.
Así, según Andrade, quien escribió una columna centrada en este tema titulada «No todas son flores», un racismo que «históricamente» persigue y «demoniza» sus ritos o símbolos últimamente aparece con mayor frecuencia y ha crecido «en violencia».
«Tuvimos que hacer un informe a Naciones Unidas que da cuenta de la cantidad de casos que están en la Institución Nacional de Derechos Humanos de violaciones a los derechos humanos. A raíz de eso nos devolverán recomendaciones sobre cómo el Estado uruguayo debería combatir esos estereotipos y prejuicios», apunta.
Una de las acciones que las organizaciones afroumbandistas entienden que sería clave, dice, es hacer campañas para concienciar sobre mitos y ofensas que afectan a los practicantes, a quienes, acota, muchos llaman «negros macumberos» despectivamente.
Nuevas aguas
En plena celebración, otra de las prioridades para la agrupación liderada por Andrade, Atabaque, es apoyar el reclamo de algunos fieles del departamento (provincia) de Maldonado de colocar en la turística Punta del Este un monumento a Iemanjá como el que hay cerca de la Playa Ramírez en Montevideo.
Es por esta iniciativa, ya aprobada pero con un trámite aún demorado en las oficinas de las autoridades locales, que este domingo decidió ir con su grupo a la Playa Mansa de Punta del Este para tener encuentros y regalar al público camisetas promotoras de la presencia de la diosa en esa ciudad.
Con otro monumento ya previsto para el fronterizo con Argentina Paysandú, estas serán algunas de las aguas por las que la madre africana de las aguas reivindicada por muchos en el pequeño país sudamericano comenzará a aparecer más seguido para, quizás, cumplir nuevos milagros.
Alejandro Prieto
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