El cuerpo de un hombre apareció en una construcción abandonada en Riachuelo, en Colonia. Estaba atado de pies y manos. Llevaba días, quizás semanas, en avanzado estado de descomposición. Nadie había notado su ausencia. Nadie lo buscó.
El hallazgo ocurrió por casualidad, cuando el hedor inconfundible de la muerte alertó a los vecinos, quienes llamaron al 911. Los agentes que acudieron al lugar encontraron el cadáver en la vivienda, una propiedad en desuso perteneciente a la Dirección de Vialidad. No había rastros de violencia evidentes en los huesos. Su identidad, aunque incierta, se sospecha: la documentación hallada en el sitio apunta a un ciudadano alemán de 59 años.
Pero ¿quién era realmente este hombre?
El ermitaño de Riachuelo
Los habitantes de la zona recuerdan su figura encorvada, su andar solitario. Cada día recorría los ocho kilómetros que separaban su precario refugio de la ciudad de Colonia. No pedía dinero ni comida. Su interés parecía centrarse en las volquetas, en el contenido descartado por otros. No hablaba mucho, y cuando lo hacía, su español era torpe, entrecortado.
No era un recién llegado. Algunos vecinos lo ubicaban en la zona desde antes de la pandemia. Otros recordaban haber oído que, años atrás, había estado involucrado en un siniestro de tránsito en Río Negro. Su rastro, sin embargo, era difuso, como si se hubiera empeñado en borrar su historia.
Las pistas y las incógnitas
En la rudimentaria construcción donde fue hallado se encontró su bicicleta, su celular y su documentación. Si todo pertenece realmente al fallecido, la Policía deberá confirmarlo mediante pruebas de ADN.
Héctor Amaro, subjefe de la Policía de Colonia, explicó a Canal 3 de Colonia, que la embajada alemana ya está en contacto con las autoridades. Se presume que el hombre tenía una hermana en Italia, con la que mantenía comunicación esporádica. Aun así, parece que, en su día a día, estaba completamente solo.
El misterio no se reduce a su muerte: también se cierne sobre su vida. ¿Por qué un hombre que tenía familia en Europa terminó en la periferia de una ciudad uruguaya, sobreviviendo de lo que otros desechaban? ¿A quién o qué estaba huyendo?
Los investigadores avanzan en un caso que se despliega como una novela negra, sin respuestas evidentes. Lo único cierto, por ahora, es que la muerte lo encontró en el abandono, y que aún no se sabe quién, cómo o por qué decidió atarlo y dejarlo allí, en la soledad de su último refugio.
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