Por Edmundo Roselli
Diputado Partido Nacional |
El miércoles de la semana pasada Dilma Rousseff fue destituida de su cargo como presidenta asumiendo como tal Michel Temer en lo que ha sido una situación muy dolorosa para Brasil, la región y América Latina.
Nunca es deseable que instancias como esa ocurran en ningún país, pero es evidente que todo el proceso vivido por la señora Rousseff se ajustó a derecho y a las normas constitucionales de Brasil.
Aunque con mesura, el gobierno uruguayo ha reconocido al nuevo gobierno encabezado por Temer. En un comunicado el Ministerio de Relaciones Exteriores expresa haber “seguido con atención los procesos políticos y jurisdiccionales” de Brasil que culminaron “con la decisión del Senado de destituir a la presidenta electa”.
“Uruguay aspira a que en el marco de la institucionalidad democrática, el pueblo brasileño alcance sus objetivos de estabilidad y desarrollo”, agrega nuestra Cancillería, que concluye: “el gobierno uruguayo considera una profunda injusticia dicha destitución”.
Por otra parte el Frente Amplio emitió una declaración cargada de consideraciones políticas en la que expresa que en Brasil hubo un “golpe de Estado parlamentario”, como resultado de una “conspiración política”.
Es importante la opinión del FA en cuanto es la fuerza política del gobierno.
El FA omite que el proceso comenzó en 2015 y que ha cumplido con toda las etapas exigidas por la ley, y que es la ley legítima brasileña la que debe ser atendida, no las simpatías políticas o ideológicas de los gobiernos vecinos o las agrupaciones políticas extranjeras.
Advertimos sobre el doble juego que se evidencia por parte del gobierno y del FA. Por un lado el gobierno con un reconocimiento tímido al gobierno de Temer (pero reconocimiento al fin), y por el otro fuertes declaraciones de golpe de Estado hechas por la fuerza política del oficialismo dirigido a contentar la tribuna.
No debemos olvidar la importancia comercial que Brasil tiene para Uruguay, importante comprador de leche en polvo, queso y cordero entre otros rubros que dan trabajo a miles de compatriotas.
Respetuosos de la independencia y soberanía de todos los países aspiramos a que Uruguay y los partidos políticos uruguayos respeten con claridad y enfáticamente las decisiones que en el marco de esa soberanía asumen terceros países, aunque no nos guste el camino que tomen.