«Hoy martes 17 de enero de 2017 tuve que irme de una plaza pública (Plaza de la Madre, Carmelo, Colonia) porque unos pibes nos tiraban botellas de vidrio mientras nos gritaban insultos homofóbicos. Llamamos al 911 pero nos tuvimos que ir antes de que llegaran porque temíamos por nuestra seguridad,» dice el mensaje que recibimos en Carmelo Portal por quien sufrió este caso.
«Creemos fuertemente que visibilizar estos casos, contribuye a la construcción de una sociedad más justa e igualitaria», dice Eduardo Soto de GEDUCA en un comunicado de prensa que nos acercaron a redacción.
GEDUCA es una organización de jóvenes (hombres y mujeres) comprometidos con la igualdad de género, la diversidad y los derechos humanos. Su cometido es realizar distintas actividades lúdicas, recreativas y de sensibilización en el ámbito educativo: formación del profesorado, talleres con niños y adolescentes, campañas y publicaciones.
“Esas cosas acá no pasan” Una historia de violencia, y lo que hay detrás de ella.
En Uruguay, el Artículo 316 del Código Penal, establece como lesiones personales, ”El que, sin intención de matar, causare a alguna persona una lesión personal (…) Es lesión personal cualquier trastorno fisiológico del cual se derive una enfermedad del cuerpo o de la mente.”
“Ale” (quien prefirió no usar su nombre de pila) un joven de veinte y tantos, residente de Carmelo, no estaba pensando en este artículo el pasado lunes 16 de enero, cuando se encontraba junto a unos amigos en una de la plazas de la ciudad. Algo cotidiano, que todas y todos alguna vez disfrutamos, el juntarnos a “tomar una”.
Casi llegada la madrugada, un grupo de personas se acerca a ellos y le preguntan a Ale “¿Vos sos gay?”
Él responde que sí, con total naturalidad. Esta respuesta fue el disparador, para que los desconocidos siguieran “preguntando”. Esta vez, en un tono más agresivo; “Ustedes son p…, ¿no?” “Les gusta ch…?”
Tanto Ale como sus amigos, dejaron de responderles. Sabían que no valía la pena.
“No, no, vos no les des bola. Es lo que ellos quieren, quieren que reacciones”
, le dice uno de sus amigos, cuando Ale les propone irse de la plaza. Pasan varios minutos, y al ver que las agresiones verbales continúan, Ale decide llamar al 911.
“Si, ya mandamos a alguien” , les responden desde la línea. Ni bien termina la llamada, los insultos y las amenazas de parte de éstos desconocidos ya son evidentes para ellos, pero invisible para las pocas personas que quedaban en la plaza. Es entonces cuando Ale, junto a sus amigos, deciden irse. Mientras iban a buscar sus motos, uno de los desconocidos toma una de las botellas de cerveza que habían dejado, y se las lanza. Gracias a la pericia de nuestro anónimo tirador, la botella no los alcanza. Es aquí cuando uno de sus amigos recuerda que junto a ellas, estaba también el casco y la llave de su moto. Luego de un forcejeo, lograr quitarle la llave de la moto, y se marchan de la plaza.
Ya en la casa de uno de los amigos, Ale vuelve a llamar a la línea 911. La respuesta que obtuvo fue “pará, llamaste hace cinco minutos”.
Ale en ese momento decide terminar la llamada.
“Ya había pasado”
Ale decidió no hacer la denuncia correspondiente. “Había pasado ya, era muy tarde, y habían ido a la casa del amigo, y ya está”, manifiesta. Tampoco siente que hubiera sido relevante realizarla, ya que se habían ido de la plaza, y “estaba demasiado oscuro”, además de que tanto él como sus amigos no conocían a este grupo. “Eran una chica y tres o cuatro chicos, más que eso no sabíamos. (…) Capáz que cinco minutos no es nada, pero considerando que es Carmelo, y que te están insultando y tirando con botellas…” comenta sin terminar la frase.
En el correr del día, sigue llamando a la jefatura de la ciudad, para saber, si al menos, concurrió un móvil a la plaza.
Este no es el primer episodio de violencia homofóbica que le toca vivir. “Hace cinco años, cuando vivía en la capital,me echaron de un boliche por estar con mi novio”. Nos cuenta que vivió más episodios homofóbicos,viviendo en Montevideo , que en Carmelo. “Acá es como todo pueblo, te puede mirar medio raro, hablar por detrás, pero no ver episodios homofóbicos como este. Así, nunca ” sin salir de la sorpresa y la indignación. Cuando el prejuicio se transforma en agresión
La violencia hacia hombres y mujeres por su orientación sexual homosexual (es decir, porque se sienten atraídos a personas de su mismo sexo) o expresiones de género, distintas a las consideradas “normales” para cada sexo (ej. insultos a varones por vestirse de rosado) es lo que entendemos como: HOMOFOBIA, y no es más que un prejuicio sin más explicación que la herencia cultural.
La homofobia, como cualquier tipo de violencia, puede manifestarse de distintas formas: verbalmente, físicamente, presencialmente o de manera virtual, directa o indirectamente. Independientemente de la forma en que se manifiesta, la homofobia es un tipo de discriminación irracional a personas que se sienten atraídas por otras de su mismo sexo.
Desde 1991, la Amnistía Internacional reconoce la discriminación contra los homosexuales como una violación a los derechos humanos
Uruguay y su Marco legal
En nuestro país, además de las leyes y artículos que tipifican los delitos de lesiones, desde 2004 existe la Ley 17.817, la cual enmarca la lucha contra la discriminación de todo tipo. A su vez, en los últimos años se ha avanzado en una legislación social más igualitaria en inclusiva, contemplando al colectivo LGTBI. Claros ejemplos son el reconocimiento de la unión concubinaria, el matrimonio igualitario, o el derecho a la identidad de género y cambio de nombre de sexo.
En el año 2015 nuestro país, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores se compromete a proteger a su población de este tipo de abusos y violencias, dictando una carta de compromiso
Algunas reflexiones
Los miedos y prejuicios son naturales en el ser humano, en la medida que nos protegen de peligros. Pero, ¿qué peligro sufrimos asumiendo que existe amor, placer, etc en relaciones homosexuales? Por el contrario, con actos como los relatados en esta nota, quienes están en peligro de ser atacados constantemente sin justificación son a quienes se les miedo, o repugnancia. ¿Existen seres humanos clase a y clase b por su orientación sexual, es decir, por con quienes deciden acostarse o de quien se enamoran?
Así como la discriminación y el miedo son aprendidos, el respeto y la no discriminación se pueden aprender. Nunca dejamos de estar a tiempo de rever lo que estamos pensando y diciendo, y de poder cambiar,» dice el comunicado