La discusión del Impuesto al Alumbrado Público creo que deja una experiencia interesante y triste en el debate de la cosa pública.
En lo que se discute no hay un abordaje técnico, se habla ya en los inicios desde lealtades y creencias. No se interpela la realidad de fondo, se pone foco en algunas cosas parciales, pero no se va al problema de fondo. Por ejemplo, el del manejo de los dineros públicos y la aplicación de impuestos, en forma sistemática en los últimos años.
A saber que cualquier tipo de discusión estará fundamentada a partir de bloques políticos partidarios, no se piensa en la gente y en la sociedad, trascendiendo esos espacios. Es más se esconde deliberadamente que las defensas y ataques se articulan en la trama de partidos políticos. Cosa que no es delito alguno y menos mala palabra. Pero parece que algunos intentan disfrazarse de apolíticos.
Las agresiones verbales, físicas incluso, el escrache público, las denuncias, es el resultado de las faltas de ideas y liderazgos. En el departamento de Colonia no existen estos liderazgos y por eso muchas veces se recurre a figuras políticas nacionales para que vengan a dialogar sobre cosas que no inciden en la vida cotidiana de los ilustres oradores.
En una sociedad republicana y democrática es impensable editorializar cualquier cuestión colocando en la balanza la normativa y la ley y en el otro brazo los votos y la gente. Ese disparate que lo político prime sobre lo jurídico.
Colonia tiene que discutir sus desafíos y sus contradicciones. En el caso concreto del Impuesto al Alumbrado Público esta administración tiene el desafío en explicar a los ciudadanos que siempre pagaron en tiempo y forma la Contribución Inmobiliaria, dónde fue a parar parte de ese dinero que incluía la Tasa de Alumbrado Público. ¿Quién se quedó con ese dinero?, ¿Adónde lo destinaron? y ¿qué posibilidades tendrán esos contribuyentes en ser resarcidos económicamente?
En nuestro departamento se produce energía eléctrica «limpia», en un contexto de políticas nacionales. Pero tenemos un gobierno nacional que habla permanentemente de descentralización, autonomías territoriales y revalorizar los gobiernos locales. ¿No sería una buena discusión hacia el futuro que nuestros gobernantes departamentales tengan acceso a las políticas energéticas ya en clave local? ¿Es un disparate buscar caminos propios en políticas de energía?
Mi trinchera
Discutimos el Impuesto al Alumbrado Público desde trincheras. De un lado se ataca al Intendente de Colonia y desde el otro muchas veces no hay claridad en las acciones, por ejemplos administrativas, concluyendo que «seguro modificaremos ciertas cosas».
Vivimos en tiempos en donde la improvisación es un lujo que no podemos darnos. En el tema del impuesto al alumbrado y la resolución final de la Corte Electoral veo que no hay vencidos ni vencedores.
Veo un desafío, tenemos la posibilidad de plantearnos la pregunta ¿hacia dónde vamos?. Hay mucha gente molesta con la franja de impuestos establecida por la Intendencia de Colonia. Eso es indiscutible. El desafío es que ese esfuerzo requerido a la sociedad coloniense debe traducirse en ejemplos tangibles de buena administración para los gobernantes y de controles de excelencia para la oposición.
Colonia debe reconstruir el reconocimiento mutuo de los actores involucrados, porque las relaciones dependen de los vínculos creados y de ello vendrán las repercusiones en el ámbito social.
Este reconocimiento de la subjetividad ajena permitirá reconocer la propia. Con esto quiero decir, que no podemos darnos el lujo en crear divisiones en un departamento tan heterogéneo con una tradición cultural de tolerancia y diversidad que es orgullo y nuestra carta de presentación no solo al resto del país, sino en el mundo.
Elio García