Por Elio García
Un 20 de setiembre de 1870 se produjo la “Brecha de la Porta Pía”, donde las fuerzas del Vaticano aliadas al Imperio Francés son derrotadas. En la concepción del libre pensamiento y culto esta fecha es recordada por la caída del poder del papado y los regímenes políticos que aplicaban el Derecho Divino, siendo considerado para muchos como la fecha fundacional del fin del oscurantismo y dogmatismo.
Por eso los 20 de setiembre de cada año celebramos en todo el mundo el Día de la Libertad de Expresión de Pensamiento establecida en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Es importante recordar estas fechas en clave local. Cada uno debe tener su opinión formada sobre el grado de presencia de la libre expresión del pensamiento en nuestra ciudad. ¿Se practica la misma?, ¿Nuestros representantes políticos y sociales dan el ejemplo?
Son preguntas para pensar en nuestro interior. Mi propuesta es pensar que muchas veces cuando mencionamos el derecho a la libre expresión nos olvidamos en señalar nuestros deberes.
En el caso de nuestra profesión el deber a la rigurosidad en la información. A dar contenidos que sean sostenidos por el trabajo meticuloso, la mirada libre de ataduras y la actitud responsable.
El camino para poner luz donde hay oscuridad nunca será fácil y puede llevarnos a lugares jamás imaginados. Si el compromiso es con la gente, podremos completar el vacío de las cosas que son mentiras.
Darse cuenta es el desafío de una sociedad educada. Nuestro deber es trabajar por ello con ética, pasión y responsabilidad. Dando la cara.
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