El mito de Carlos Gardel brilla con más fuerza en Buenos Aires con una recopilación de sus pertenencias personales surgida del encuentro entre el coleccionista Walter Santoro y la heredera Nuria Fortuny, quienes han creado una fundación internacional con el nombre del popular cantor.
Cepillos para el pelo, un collar de perlas de su madre, doña Berta, discos de pasta, guitarras, su sombrero junto a su mítica corbata, cartas, contratos firmados y fotografías son algunas de las reliquias de mítico artista que ha adquirido Santoro a lo largo de estos años.
Todo comenzó cuando el coleccionista, gran admirador de Gardel, se consternó hace dos años al ver el estado del mausoleo del cantante, ubicado en el cementerio del barrio porteño de Chacarita, por lo que se propuso, según recuerda en una entrevista con Efe, ponerlo «en condiciones» y en «buen estado».
Es por eso que emprendió «una cruzada» para restaurar el lugar y en sus investigaciones se topó con Nuria Cortada de Fortuny, una de las últimas herederas de Gardel, a la que pidió su autorización para resolver trámites burocráticos.
Tras la toma de contacto con Fortuny nació la idea de constituir la Fundación Internacional Carlos Gardel, que cuenta con un legado de más de 40.000 objetos vinculados con el tango, 5.000 de ellos pertenecientes al cantor argentino y busca preservar homenajear y preservar el más emblemático estilo de música y baile rioplatense.
Fortuny se convirtió en una de las herederas ‘gardelianas’ gracias a la amistad de su abuelo Ramón de Fortuny con Armando Delfino, el representante de Gardel y su mujer, Adela Blasco.
Ambas familias generaron tal vínculo que hasta llegaron a mantener una estrecha amistad.
Para que Nuria llegase a convertirse en heredera, Gardel hizo el testamento a favor de su madre, doña Berta, que a su vez había testado en Delfino.
«Cuando muere Armando Delfino deja como heredera a su mujer, Adela Blasco (y) cuando Adela muere testa a favor de mi madre, Nuria de Fortuny», relata Nuria a Efe.
La heredera asevera que «la mayor parte de las pertenencias de Gardel que están diseminadas por Buenos Aires salieron de la casa de Adela y Armando».
Sus recuerdos fluyen hasta su adolescencia, periodo en el que vivían con la viuda de Delfino y evoca cómo llegaron «una cantidad de personajes del tango a pedirle cosas».
Fortuny descubrió las posesiones de Gardel en una casa de veraneo familiar que tenían en Río Ceballos (Córdoba), que habían decidido vender cuando su madre había enfermado.
Al limpiar la vivienda, rememora cómo avistaron una cantidad de pertenencias de Gardel, entre las que figuraban sus muebles, camas, floreros, además de una maleta con su correspondencia.
Al morir su madre, Fortuny se estableció como una de las herederas del máximo exponente del tango, por lo que decidió junto a su esposo ofrecer una exposición en Buenos Aires en 2009.
«La vida de Gardel es un patrimonio histórico, un emblema de la Argentina, merece ser respetado, estudiado, el pueblo argentino merece tener un lugar donde nutrirse con el ejemplo de Gardel», soslaya.
La Fundación, constituida en apenas ocho meses, no cuenta todavía con una sede física pero Santoro asegura que buscan comisiones «de gardelianos» en otros países, incluidos Francia y España con el objetivo principal de extender su encomienda.
La iniciativa se presentó en el edificio de la Legislatura Porteña, donde homenajearon a Gardel en un acto en el que sellaron una estampilla con su imagen y el también cantante de tango Leonardo Pastore interpretó un repertorio de los temas del icónico artista.
Carlos Gardel formó en sus inicios musicales un dúo de folklore con el cantor uruguayo José Razzano y con la canción «Mi noche triste» en 1917 se consolidaron como los primeros intérpretes de tango, ya que hasta esa época era solo instrumental.
Tras su separación, el artista -cuya fecha y lugar de nacimiento: Francia o Uruguay según las fuentes, son un tema controvertido- migró a Europa y fue en París donde alcanzó un gran reconocimiento artístico.
Santoro subraya que «conquistó Europa» y su triunfo -concretamente en Francia-, «la vidriera del mundo cultural», logró que el tango se instalase también en la «clase media alta de Buenos Aires».
Recordado como una persona supersticiosa, el coleccionista afirma que a Gardel, que falleció en un accidente de avión en Medellín (Colombia) en 1935, le gustaba posar con la misma corbata y sombrero.
Inmortalizado y venerado en la cultura popular, es legendaria la frase con la que sus seguidores resumen su legado: «Carlos Gardel cada día canta mejor».
Carmen Herranz (EFE)
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