Por Raúl Martínez
La actividad turística en Uruguay ha representado en las últimas décadas una importante fuente de ingresos aunque en esta oportunidad el país suramericano afronta su más crítica situación por causa de la covid-19 y busca reinventarse y tomar oxígeno en esta temporada estival para mantenerse a flote.
Este sector ha sido uno de los más golpeados a nivel mundial por la pandemia, pero en el pequeño país de 3,3 millones de habitantes se trabajan y planifican distintas opciones pese a que existe un cierre de fronteras total, lo que, para muchos, no ofrece mayores expectativas más que motivar el turismo interno.
La incertidumbre es la nota predominante en el sector turístico uruguayo, cuyo balance estará muy lejos de 2019, que registró 3,2 millones de visitantes (de los que 1,7 eran argentinos), un ingreso de divisas por 1.753 millones de dólares y una balanza positiva de 553 millones de dólares.
UN SALVAVIDAS PARA EL SECTOR
Si bien la temporada del verano austral recién comienza, existen «estímulos» para operadores y turistas que buscan paliar la situación en la que se estima una ocupación de un 30 a un 50 % de la oferta nacional.
Así lo explica a Efe la presidenta de la Cámara Uruguaya de Turismo, Marina Cantera, quien destaca que, a pesar de que la situación es «crítica», durante estos primeros fines de semana de la temporada se han registrado índices de ocupación que varían, según el destino, entre un 70 y un 90 %.
Entre las principales disposiciones están la disminución de costos fijos, la financiación para que las empresas turísticas tengan liquidez y medidas para mantener el empleo.
Asimismo, para los turistas están vigentes medidas anunciadas desde el Ministerio de Turismo como eliminación de IVA en los hoteles o descuento de IVA en gastronomía y alquiler de automóviles, entre otros, para animar a los uruguayos a viajar por el país.
«Si bien hay un movimiento de turismo interno los fines de semana, es inferior a la previsión que se podía haber hecho. Igualmente, el sector está poniendo todo de sí con los protocolos, con seguridad para recibir a los turistas de la mejor forma y la expectativa es que es un escenario bastante incierto», afirma.
Sin embargo, indica que con estas medidas se busca ser «lo más flexible posible» con la planificación, aunque las expectativas «se han reducido mucho».
Uno de los destinos turísticos por excelencia en Uruguay es el departamento (provincia) de Rocha, fronterizo con Brasil, conocido por su gran extensión de playas de arena blanca, que lo convierte en destino fijo para locales y foráneos.
La directora de la Corporación Rochense de Turismo, Delvair Amarilla, explica a Efe que, si bien los números de ocupación han caído un 30 %, existen proyectos que buscan motivar la visita a este destino como «conecta con tu naturaleza».
«Entendemos que tenemos mes y medio de trabajo en sol y playa, pero también queremos que Rocha no sea eso. Tenemos mucha naturaleza para disfrutar durante el año. Con este plan buscamos que el turista planifique y quiera reconectarse con su familia, amigos o personalmente con nuestros destinos naturales», detalla.
Pese a que el cierre de fronteras ha «afectado muchísimo» a la actividad, Amarilla insiste en que la pandemia ha ayudado al sector a «reorganizarse y reinventarse».
NUBES NEGRAS
El sector más afectado por la pandemia ha sido, sin duda, el de las agencias de viajes que en Uruguay mantienen cerradas un 98 % de las sucursales debido a las restricciones de vuelos internacionales desde marzo, cuando se declaró la emergencia sanitaria en el país.
El presidente de la Asociación Uruguaya de Agencias de Viajes, Carlos Pera, no duda en calificar esta situación como «muy mala y nunca vista».
«Ahora que está muy de moda el uso de los colores verde, amarillo, naranja, yo diría que las agencias de viaje están en una situación negra. Porque las agencias de viajes están cerradas desde el 13 de marzo y el 93 % de los empleados en seguro de paro y vemos en el horizonte muy inmediato nubarrones más negros aún», asegura.
Sin embargo, destaca que el sector no pierde la esperanza y ha planteado al Ejecutivo algunas ideas, como la apertura parcial de fronteras en el aeropuerto internacional de Carrasco bajo estrictos controles de seguridad.
«Yo creo que por ahí debería ir la apertura. Nos podrán tachar de clasistas en decir ‘ah, claro, solamente el que pueda viajar en avión’. No, yo creo que hay que intentar buscar fórmulas o propuestas que permitan a nuestro Gobierno dar la seguridad sanitaria pero, por otro lado, que permita mantener una economía que se basa en esa cantidad de personas extranjeras», apunta.
El transporte terrestre tampoco ha escapado de los embates de la pandemia, con un nivel de inactividad en los autobuses de rutas internacionales que ronda el 90 % de unas 150 empresas.
El presidente de la Unión Nacional de Obreros y Trabajadores del Transporte, Juan Arellano, explica a Efe que en las rutas internacionales el sector está «muy complicado».
«Es una complicación muy grande que no tienen cómo trabajar; entonces, son muy pocos los trabajadores que están trabajando y la mayoría de las empresas están paradas y no solo las empresas de turismo, sino las que tienen línea internacional como las que van a Buenos Aires, Chile, Brasil y Paraguay», expresa.
Con un acumulado de 27.846 casos de covid-19, 7.478 cursando la enfermedad y 269 fallecidos, el país suramericano atraviesa su «primera ola» de contagios y el período más complicado desde que decretó la emergencia sanitaria el 13 de marzo de 2020.
Raúl Martínez
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