La calle montevideana de Isla de Flores ya se alista para recibir, tras un año de ausencia por la covid-19, el sonar de los tambores en el tradicional desfile de Llamadas, momento culmen del Carnaval uruguayo.
Por la principal calle que atraviesa el corazón de los barrios Sur y Palermo de la capital uruguaya marcharán el jueves y viernes de esta semana 50 comparsas de negros y lubolos (blancos pintados de negro) al compás del candombe, el ritmo de la comunidad afrouruguaya que es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco.
Por este motivo, en los últimos días decenas de obreros trabajan en la instalación de las vallas perimetrales y las gradas para el público, además del alumbrado y la pintura de las calles para albergar una de las jornadas más importantes del Carnaval uruguayo.
Pese a que se especuló con un cambio de escenario y que las Llamadas se celebraran, como el Desfile de Carnaval y de las Escuelas de Samba, en el Parque Rodó, sobre la costa del Río de la Plata, finalmente se mantuvo su lugar tradicional.
Por el aumento de casos de covid-19 a raíz de la entrada de la variante ómicron en Uruguay, la Intendencia (Gobierno regional) de Montevideo habilitó un aforo del 70 %, sin que sea necesario presentar el carné de vacunación, aunque sí es obligatorio permanecer sentado y con el tapabocas puesto.
Las Llamadas serán una «explosión de alegría en los corazones» de los uruguayos, indicó este lunes a la prensa la intendenta local, Carolina Cosse.
Además, detalló que se habilitarán 6.059 sillas, 1.344 palcos y 25 puestos accesibles para personas con discapacidad por noche.
La edición de 2021 quedó suspendida cuando a finales de 2020, tras nueve meses de control de la pandemia, Uruguay empezó a vivir un repunte de casos, lo que llevó a las autoridades a impedir las aglomeraciones y tanto el concurso de murgas como los desfiles quedaron postergados.
El Desfile de Llamadas reúne a miles de uruguayos y turistas que observan en la calle Isla de Flores a las comparsas que, con sus tambores, sus personajes típicos (escobilleros, gramilleros y mamaviejas) y las bailarinas, suelen deslumbrar al público.
El eco y la vibración que hacen retumbar el cuerpo al ritmo del candombe -Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco-, género con más de 200 años de historia, se expresan a través de los tres tambores -chico, repique y piano- como símbolo que identifica a la cultura afrouruguaya y que cada vez se extiende más por el mundo.
EFE
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