Por Alejandro Prieto
Enmendar un Brasil «crispado» por la división para que el «enemigo» se vuelva «adversario» será el titánico desafío de un Luiz Inácio Lula da Silva que «es consciente de las dificultades que va a tener por delante», según asegura en entrevista con la Agencia EFE el expresidente José Mujica.
«El amor venció» fue la frase elegida por Lula para acompañar una de las imágenes que recorrieron el mundo cuando, tras recibir la «faixa» (banda) de manos de ocho representantes del pueblo brasileño, asumió la que será su tercera presidencia con un mensaje claro: el de que gobernará «para todos los brasileños».
Sin embargo, para Mujica ese reto no será sencillo porque, como dice en una conversación telefónica con EFE, el gigante suramericano todavía debe dejar atrás el clima de tensión y constantes ataques que caracterizó tanto la última campaña electoral como el trecho final de los cuatro años de gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro (2019-2022).
UNIFICAR UN BRASIL «CRISPADO»
«Uno de los problemas esenciales es que Brasil está crispado por su contradicción política y la prédica larga, conservadora, reaccionaria, peyorativa, llena de insulto, a lo largo de años, que practicó Bolsonaro, y que ha dejado como una de sus consecuencias una sociedad muy polarizada», expresa el exsenador por el izquierdista Frente Amplio.
Mujica enfatiza así lo dicho en su columna de opinión en la emisora local M24, donde también afirmó que «el arte de la política es transformar al enemigo en adversario», para explicar por qué propiciar esta reunificación en Brasil será una tarea compleja para quien ya gobernó ese país por dos mandatos consecutivos entre 2003 y 2010.
«Es difícil porque este proceso ha calado muy hondo, lleva mucho tiempo y no sé en qué medida lo podrá lograr, es una de las incógnitas que están presentes en el porvenir inmediato; pero esos obstáculos van a estar presentes porque la realidad no se cambia por arte de magia», reflexiona quien es también considerado un referente de la izquierda latinoamericana.
El político, que a sus 87 años modificó sus planes iniciales de cara a la investidura del brasileño, con quien mantiene «una vieja amistad», a raíz de una invitación del presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, para viajar juntos con el también expresidente Julio María Sanguinetti (1985-1990 y 1995-2000), remarca además que Lula conoce bien la profundidad de la herida que divide a su pueblo.
«Por eso mismo ha dicho ‘este es el desafío más grande que he asumido en mi vida’, él es consciente de las dificultades que va a tener por delante», acota.
DEFENDER LA ALEGRÍA
Por otro lado, Mujica manifiesta su punto de vista sobre cómo la retórica de Bolsonaro, quien fue frecuentemente señalado por la diseminación de noticias falsas y quien en más de una oportunidad desacreditó la vacuna contra la covid-19, sembró división y violencia en un país que, dice, culturalmente siempre estuvo «signado por la alegría».
«Es el único país que yo he visto que hay manifestaciones políticas bailando samba, una característica que impresiona cuando se conoce al pueblo brasilero», apunta el también exguerrillero, a lo que añade que Lula deberá atender ese aspecto «más allá de los aspectos económicos y sociales» que centran su proyecto de «reconstrucción» del país.
«El que Brasil recupere su temperatura emotiva de vida es central porque, como dijo él, no puede haber dos Brasiles. Es parte de recuperarse como sociedad, como país, recuperar ese tono y dejar por el camino esa actitud de odio y de ataque en un país cuya tradición es más bien lo contrario», concluye el uruguayo. EFE
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