Con un homenaje al histórico artista uruguayo (1923-2014), comenzó este viernes el Desfile de Llamadas del carnaval uruguayo.
Fueron 27 los conjuntos que marcharon por la calle Isla de Flores de Montevideo, ubicada en el corazón del Barrio Sur de Montevideo, que durante el final de la jornada se llenó de color y baile.
Allí desde varios días atrás todo estaba listo para la primera de las dos noches que tiene esta reconocida fiesta en que año tras año las comparsas -como se denomina a los conjuntos que acompañan a las cuerdas de tambores- celebran la tradición heredada de los africanos que llegaron esclavos al país suramericano.
Este año, los miles de asistentes que llegaron hasta el lugar disfrutaron de un espectáculo que en esta oportunidad homenajeó al pintor y escultor Páez Vilaró, quien dedicó su obra pictórica a la cultura de raíz africana del carnaval uruguayo.
De hecho, el artista llegó a vivir en el famoso conventillo (vivienda colectiva) Mediomundo -en el que vivieron reconocidas figuras del carnaval- para vincularse con ese colectivo a través de su pincel y del tambor.
Además, Páez Vilaró participó en las Llamadas hasta 2014, cuando a sus 90 años -luego de algunos sin hacerlo por un problema de salud- desfiló con la comparsa Yambo Kenia.
En diálogo con EFE su hija, ‘Agó’ Páez, dijo que es «una emoción enorme» que este año el tradicional desfile lleve el nombre de su padre.
«Mejor nombre no podrían llevar estas Llamadas», manifestó, al tiempo que hizo hincapié en que la fiesta va a ser «muy emotiva» no solo para su familia, sino para «todo el Uruguay».
Para la fiesta de este año la también artista puntó los tambores de la comparsa C1080, que homenajea con su nombre al extinto conventillo Mediomundo.
«Hoy en día el conventillo Mediomundo ya no existe, pero las llamadas tienen la misma fuerza que en ese entonces», finalizó.
Por su parte Diego Paredes, director de la comparsa Valores, quien también dialogó con EFE, contó que su propuesta de ese conjunto para este año busca «reivindicar un poco las raíces afro» desde el lado espiritual.
«Es una parte que está muy tapada y que tiene un tabú y algo de rechazo frente a la sociedad. Cuando nosotros hablamos de raíces afro siempre estamos hablando del toque, la danza y la cultura, pero nunca se toca la parte espiritual. Por esto nos pareció bueno reivindicar nuestras raíces espirituales y no había mejor año que este», añadió.
Así, luego de la «siesta» que el dios Momo tomó en 2021 cuando una escalada en los casos de covid-19 llevó a que su fiesta estrella fuera suspendida, el carnaval «más largo del mundo» escuchó el repiqueteo de los tambores por segundo año consecutivo.
EFE
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