Por Santiago Carbone
Montevideo, 28 jul (EFE).- Ubicado en el segundo lugar del ránking de países de Latinoamérica más satisfechos con la democracia y que menos apoyan las soluciones autoritarias, Uruguay no olvida su larga tradición democrática.
Días atrás, la corporación Latinobarómetro publicó un sondeo que señala que a un 28 % de los latinoamericanos le es «indiferente» un Gobierno democrático o uno autoritario, al tiempo que un 17 % prefiere un sistema político antidemocrático a cualquier otra vía.
Asimismo, apunta que el apoyo a la democracia en esa zona del mundo cayó al 48 % este año, lo que supuso un retroceso de 15 puntos desde el 63 % de 2010.
Según la encuesta, las razones de la recesión democrática son las crisis económicas, que han aumentado las desigualdades sociales y la pobreza.
También la deficiencia que tiene «para producir bienes políticos que demanda la población, principalmente, la igualdad ante la ley, la justicia, la dignidad, la justa distribución de la riqueza».
¿Y URUGUAY?
Durante una rueda de prensa, la directora de la corporación Latinobarómetro, Marta Lagos, habló sobre la particular situación de Uruguay y sostuvo que este es «es el único país con capital social suficiente para resistir los embates de un mal Gobierno y evitar populismos o autoritarismos».
Tras entrevistar a más de 19.000 personas de 17 países, el sondeo concluyó que los uruguayos son los segundos en toda Latinoamérica que menos apoyan soluciones autoritarias, los segundos más satisfechos con la democracia y los cuartos que más rechazan un gobierno militar.
El dos veces presidente de la República por el centroderechista Partido Colorado Julio María Sanguinetti (1985-1990 y 1995-2000) dialogó sobre este asunto con EFE y aseguró que una explicación para esto es la «larga tradición democrática» que tiene el país suramericano.
«Uruguay tiene una larga tradición democrática que no estuvo exenta de grandes tormentas a lo largo del siglo XIX, como las guerras civiles que llegaron hasta 1904. Pero siempre fueron en nombre de la institucionalidad. Así se generó una fuerte tradición que no logró romper la dictadura que tuvimos desde 1973 hasta 1985», dijo.
De acuerdo con esto, aseguró que la cultura democrática «se enraizó muy tempranamente» en un país en el que independencia y democracia «fueron sinónimos».
Por otra parte, Sanguinetti dijo que es «reconfortante» ver que la población siente eso, aunque alertó que «nadie está inmunizado de caer».
En su misma línea, Graciela Bianchi, senadora del oficialista Partido Nacional, también destacó a EFE la «larguísima tradición democrática» del país.
Asimismo, remarcó la importancia que tuvo el prócer José Artigas por su «bagaje democrático republicano de derechos» como la igualdad y la tolerancia.
Añadió que le genera «orgullo» que Uruguay «tenga esas características», pero señaló que siempre se mantiene alerta porque en el resto de América Latina «está en la situación exactamente contraria».
En tanto, Ariel Bergamino, presidente de la Comisión de Asuntos y Relaciones Internacionales de la coalición de izquierdas opositora Frente Amplio, subrayó a EFE que existen motivos que ponen a su país en esa situación, entre ellos la estructura de su sociedad y la trayectoria política e institucional que existe.
Destacó también la tradición democrática y subrayó la importancia de los históricos partidos políticos
Pese a esto, no olvidó que el apoyo a la democracia también cayó en Uruguay y dijo que esta es «una plantita muy delicada que hay que regar».
Al mismo tiempo, el exvicecanciller añadió que no se trata solamente de votar cada cinco años sino de que las instituciones estén y funcionen.
LA REGIÓN
Consultado sobre la situación de la región, Sanguinetti dijo que en la región hay «totalitarismos ya consolidados como el de Cuba» y «algunas dictaduras nuevas» como, a su juicio, la venezolana o la nicaragüense.
«Luego nos encontramos con democracias muy inestables y con unos corrimientos hacia los extremos», apuntó el expresidente, quien dijo que para entender esta situación «habría que ahondar en lo en lo sociológico».
Bergamino, por su parte, dijo que la situación ha mejorado respecto a otros años si se tienen en cuenta algunos hechos ocurridos, aunque enfatizó que queda «mucho por hacer».
«Creo que hay una democracia que todavía no satisface. Funciona, con luces y sombras, pero funciona. Pero no satisface las necesidades que la población siente como prioritarias», dijo, mientras agregó que este sistema «no es perfecto, pero sí es perfectible». EFE
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